ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Uno

El Reino Pacífico

Versículo Clave: “No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.”
—Isaías 11:9

Escrituras Seleccionadas:
Isaías 11:1-9

EL REINO PACÍFICO. La edad de oro. El Milenio. Estos nombres se han utilizado en referencia con la hermosa visión de nuestro versículo clave—el reino de Dios en la tierra. En las Escrituras, un “monte” a menudo simboliza un reino. Imagínese un reino en todo el mundo en el que nadie pretende hacer daño a nadie y las fuerzas destructivas creadas por los conflictos humanos se han extinguido. Imagínese un mundo en el que todos los hombres están totalmente iluminados por el conocimiento del Señor, y donde el amor, la sabiduría y la justicia guían cada motivo y acción.

Obviamente, tal paz e iluminación no son lo que vemos en el mundo hoy en día. Competitivas ideologías religiosas, políticas, sociales y económicas provocan conflictos peligrosos por todo el mundo. Los informes de facciones perjudicando y destruyendo uno al otro son un elemento básico de las noticias cotidianas. No existe un acuerdo común sobre qué valores deben regir la sociedad. No hay consenso sobre quién es Dios realmente, cuales son sus normas, o si es que existe. Todas estas condiciones afligen a los que aman a Dios y su justicia. Siguen orando: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.” (Mat. 6:10) Esta oración, que nos enseñó Jesús, conviene en que él es aquel de quien Isaías testifica que traerá la paz y la justicia duradera a la tierra. Él establecerá el reino de Dios, y asegurará que su voluntad se haga “en la tierra.”

El curriculum vitae de Jesús es impresionante. ”El Espíritu del SEÑOR reposará sobre él: espíritu de sabiduría y de entendimiento, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del SEÑOR. Él se deleitará en el temor del SEÑOR; no juzgará según las apariencias, ni decidirá por lo que oiga decir, sino que juzgará con justicia a los desvalidos, y dará un fallo justo en favor de los pobres de la tierra. Destruirá la tierra con la vara de su boca; matará al malvado con el aliento de sus labios.” —Isa. 11:2-4, Nueva Versión Internacional

Cuando Jesús juzgue la tierra en justicia, no es una ocasión para temor o miedo. Su juicio no será como un caso criminal, en el que somos el “acusado”, sino como un caso civil, en el que somos el “demandante”—buscando liberación. Su gobernación sobre la tierra no es con el propósito de hacer daño, destruir, u oprimir. Es para llevar la paz y la libertad. El carácter noble de Jesús es irreprochable. En el reino de paz, sus palabras serán irresistibles y poderosas. Ellas “destruyen la tierra”—es decir, la sociedad—causando un cambio real para el mejoramiento y la bendición de todos. Sus palabras resultarán en que la humanidad se arrepiente, y abandone el mal. En este sentido, los malos serán “matados” en el que dejarán atrás las prácticas pecaminosas y ya no practicarán el mal.

“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.” (Fil. 2:9-11, La Biblia de las Américas). Como creyentes consagrados, actualmente tenemos un ministerio de reconciliación con el mundo. Por lo tanto, que no dañemos o destruyamos a otros por nuestras palabras y acciones. Más bien, que estén en armonía con el reino venidero en la tierra.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba