ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Cinco

La muerte se convierte en vida

Versículo Clave: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.”
—Romanos 6:4

Escrituras Seleccionadas:
Romanos 6:1-4, 12-14, 17-23

AUNQUE LA GRACIA de Dios se refiere al favor inmerecido que él derrama sobre nosotros, sería absurdo para nosotros como creyentes concluir que podemos practicar voluntariamente el pecado, para recibir más del favor divino. El objetivo de Dios en justificarnos es para que podamos poner nuestras vidas en sacrificio. Esto es con miras a convertirnos en parte del sacerdocio real simpatizante que ayudará a erradicar toda la injusticia en el Reino de Dios, cuando los beneficios del sacrificio redentor de Cristo se aplican a favor de la humanidad. Todos los cristianos consagrados que han recibido el Espíritu Santo, por lo tanto, han sido bautizados en la muerte de Cristo. A través de la abnegación se dedican a crucificar sus voluntades humanas y se esfuerzan por practicar la santidad en todo lo que dicen y hacen. —Rom. 6:1-3

Nuestro versículo clave afirma que así como nuestro Señor resucitado logrará el objetivo final por el cual murió, también nosotros como nuevas criaturas, que han sido bautizados en la muerte de Cristo, deberíamos andar en novedad de vida a lo largo de nuestro peregrinar cristiano. Al final de nuestro curso, la fidelidad en este empeño resultará en el logro de la primera resurrección. Entonces, unidos con Cristo en la gloria y el poder celestial, participaremos en la tarea de levantar a la humanidad del pecado y de la degradación, restaurándolos a la armonía con Dios.

La naturaleza seria de la vida consagrada para los creyentes sigue siendo enfatizada por Pablo en este capítulo. “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.” —vss. 11-13

En otros lugares de las Escrituras, también se nos recuerda de la necesidad de diligencia en nuestro caminar para evitar ser atrapados por las prácticas injustas—sembrando para la carne en vez de sembrar para el espíritu. (Gal. 6:7,8) Debemos examinar cuidadosamente nuestras actividades, nuestros intereses y nuestra manera de hablar para determinar si el procurar glorificar a Dios ocupa un lugar importante en nuestra mente. ¿Estamos procurando seriamente mantener nuestro cuerpo de carne bajo control? En los casos en que hemos fallado, ¿hemos solicitado el trono de la gracia celestial y luego hecho un esfuerzo decidido por superar nuestras deficiencias? —1 Cor. 9:27; Heb. 4:16.

La invitación de ser asociado con Cristo Jesús como parte de su esposa a fin de ayudar a erradicar el pecado durante el reino de Dios es profunda. Que valoremos este gran privilegio mediante el ejercicio de la fidelidad en nuestro caminar consagrado. “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.” —Col. 3:1-3



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