ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Cuatro

Esperanza basada en la fe

Versículo Clave: “Y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”
—Romanos 5:5

Escrituras Seleccionadas:
Romanos 5:1-11

AUNQUE LA FE DE Abrahán lo justificó a amistad con Dios, a través de la fe en el sacrificio redentor de Cristo Jesús, los creyentes consagrados de hoy son contados como justificados a la vida. La imputación del mérito de la justicia de Cristo cubre nuestros pecados, y tenemos paz para con Dios por medio del engendramiento del Espíritu Santo. —Rom. 5:1

Los creyentes justificados ahora pueden abrigar la esperanza del supremo llamamiento que, si se persigue fielmente, resultará en la consecución de la naturaleza divina. En vista de esta relación vital que ahora disfrutamos con el Señor, nuestra perspectiva es tal que podemos regocijarnos en nuestras tribulaciones. Reconocemos que tales experiencias difíciles son necesarias para cristalizar nuestro carácter a medida que aguantamos pacientemente tales pruebas. Podemos estar seguros de que si creemos profundamente en las promesas que hemos recibido, habiendo comenzado el buen trabajo de transformación en nuestras vidas, el Señor va a llevarlo a buen término. —Fil. 1:6; Rom. 5:2-4

Nuestro versículo clave debería ser una fuente de gran ánimo para nosotros. Afirma que la esperanza que abrigamos no será una fuente de decepción porque es un fruto del gran amor de Dios por nosotros. Experimentamos este amor a través de la influencia de su Espíritu Santo, a medida que obra diariamente en y por medio de las experiencias de nuestra vida.

Nuestra lección continúa con una expansión del amor de Dios que se ha manifestado a través del don inconmensurable de Cristo a favor de nosotros. Todo esto, dice Pablo, fue cuando estábamos alejados de Dios y esclavos del pecado. “Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” —vss. 6-8

La capacidad de guardar la ley de Dios es una evidencia de la perfección. Adán pecó voluntariamente y como consecuencia de ello, toda su progenie nació imperfecta. Como pecadores por nacimiento, les fue imposible guardar la perfecta ley de Dios. Esta es la razón por la que Jesús vino a la tierra. Con el núcleo de su vida perfecta transferido por Dios en la matriz de María, nació con la perfección humana. (Gal. 4:4) En el gran plan de salvación de Dios, Cristo tenía la capacidad de prestar obediencia perfecta en cada particular. Así él podría proporcionar el precio de rescate a medida que entregó su vida en sacrificio. Él compró a la nación de Israel, que estaba bajo la condena de la Ley Mosaica, así como a toda la familia humana que había heredado el pecado como resultado de la desobediencia de Adán. —vss. 12-18

 Los creyentes consagrados en Cristo son bendecidos especialmente en este tiempo. Al aceptar los beneficios del sacrificio de Cristo y ser justificados a la vida, son liberados de la condena que recae sobre el resto de la familia humana. Además de esto, si son fieles también serán utilizados como instrumentos en la reconciliación de la humanidad con Dios en su reino. Que la perspectiva de reinar con Cristo, con el fin de erradicar para siempre el pecado nos anime hacia la fidelidad en nuestro peregrinar cristiano cada día. —Apoc. 20:6; 21:1-5



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