ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Tres

Dios justifica

Versículo Clave: “La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.”
—Romanos 3:22-24

Escrituras Seleccionadas:
Romanos 3:21-33

DESDE EL momento en que Adán pecó en el Edén, perdió el privilegio de comunión con Dios, que había disfrutado en su estado perfecto, y finalmente murió. Gracias a la fe y la obediencia de Abrahán en preparar a ofrecer a su hijo Isaac en sacrificio, esta ley le fue imputada por justicia, y fue llamado “amigo de Dios.” (Santiago 2:23) Sin embargo, Abrahán experimentó los efectos del pecado heredado de Adán, y también murió.

Durante la Edad Judaica, se instituyó un sistema sacrificial que requería el derramamiento de la sangre de los animales para efectuar la reconciliación de esa nación con Dios. Estos repetidos rituales, sin embargo, nunca podrían efectuar la expiación verdadera del pecado para los judíos. —Rom. 3:20; Heb. 10:1-4

 Nuestros versículos claves indican, sin embargo, que la justicia o la justificación de parte de Dios está disponible para los creyentes que tienen fe en la eficacia del sacrificio redentor de Cristo. Esta ofrenda redentora es una manifestación de la abundante gracia de Dios, independientemente del origen anterior de ser judío o gentil.

 La filosofía de este mecanismo para obtener la reconciliación con Dios se elabora como sigue.  “A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe.” —Rom. 3:25-27

Lo anterior explica claramente que la ley de obras no justifica. En cambio, el hombre es justificado por la fe, la cual permite a todos los creyentes en Cristo ser hijos de Dios. Esta afirmación eliminó cualquier causa de jactancia por los judíos que habían sido criados bajo el Pacto de la Ley, la cual no podían guardar y ya no estaba en vigor. “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.” —Gal. 3:24-26

El acceso a Dios se ha hecho disponible para los creyentes judíos y gentiles a través de la justificación por la fe. No obstante, la Ley Mosaica fue un estándar justo para la moralidad. De hecho, sirvió para condenar a los judíos por causa de su incapacidad como pecadores de estar a la altura de sus exigencias más estrictas. A través de su habilidad de guardar todas sus características perfectamente durante su peregrinar terrenal, Cristo magnificó y estableció la ley de Dios. —Rom. 3:28-31

Como resultado de que Satanás será atado y el mal restringido, la familia humana tendrá la oportunidad de ser reconciliada con Dios y alcanzar la perfección. Finalmente, los beneficios del Pacto de la Nueva “Ley” se ofrecerán a toda la humanidad, que luego será capaz de guardar sus disposiciones, tanto en letra como en espíritu.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba