ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Uno

Sed hacedores de la ley

Versículo Clave: “Porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados.”
—Romanos 2:13

Escrituras Seleccionadas:
Romanos 2:11-29

EL PADRE CELESTIAL ha establecido normas y principios justos que deben ser observados y practicados por todos los seres inteligentes. En su perfecta capacidad, Adán tenía la habilidad de seguirlos, así permitiéndole vivir en felicidad y experimentar vida duradera, satisfacción y paz. —Sal. 119:165

Comenzando con la desobediencia de Adán en el Edén, toda la familia humana se ha contaminado con el pecado y, por lo tanto, es incapaz de guardar la ley divina. Con la excepción del Hijo de Dios, quien dejó su hogar celestial y vino a la tierra para ser un sacrificio redentor por Adán y por toda la humanidad que había heredado su pecado, ha habido “nadie justo, ni aun uno.” (Rom. 3:10) Así vemos que la humanidad está bajo la pena de muerte y sigue pereciendo. Sin saberlo, sin embargo, están esperando otro rasgo del plan de Dios que proporcionará su despertar del sueño de la muerte.

“Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos.” (Santiago 2:10) En vista de esta declaración, la condena está sobre todos los que pecan. Todos son culpables, incluso aquellos que engañan a sí mismos pensando que no son tan imperfectos como otros que aparentemente puedan manifestar una conducta más censurable de lo que hacen. Actualmente, existen dos clases de individuos culpables de pecado. Un grupo, el mundo en general, seguirá a presumir sobre la bondad de Dios, y obstinadamente fallarán de arrepentirse de los hechos ilícitos. En la actualidad éstos permanecen alejados del Padre celestial. Por lo tanto, tales aguardarán la instrucción “con justicia” y una oportunidad de cambiar sus hábitos actuales durante el reino de Dios. —Hechos 17:31

Otros individuos durante esta Edad Evangélica han aprendido que a través del arrepentimiento y la aceptación de Jesucristo, como el medio de tener una relación con Dios, pueden dedicar sus vidas a él en consagración. Estos reciben la justificación y abrigan la esperanza de alcanzar la gloria, la honra, así como la vida eterna, con el fin de ayudar a restaurar a la humanidad a la perfección humana durante el reino de Dios. —Rom. 2:7; Apoc. 20:6

Hace casi dos mil años, cuando Jesús vino a la tierra, él se presentó a Israel como su prometido Mesías, esperado por mucho tiempo. Si un número suficiente de los judíos hubieran aceptado la oferta de convertirse en una nación de sacerdotes y reyes, los gentiles no habrían tenido la oportunidad de ser coherederos con Cristo en su reino celestial para bendecir a todas las familias de la tierra. Con la excepción de un remanente, sin embargo, los judíos no recibieron a nuestro Señor como su Rey y Redentor. Eventualmente, este supremo llamamiento fue ofrecido a otros. Así, el cuerpo de Cristo incluye a representantes de todas las naciones, porque Dios no hace acepción de personas. —Gal. 3:16,27-29; Rom. 2:10-12

 El versículo clave nos recuerda que los judíos no podían alcanzar la justificación debido a su incapacidad de guardar perfectamente la ley mosaica. Nosotros que hemos llegado a Cristo podemos ser aceptables a Dios solamente si nuestras acciones y manera de actuar sean guiadas por los principios descritos en las Escrituras. Debemos resolvernos a hacer importancia de ser “hacedores” de la palabra de Dios, en lugar de sólo “oidores” como una realidad siempre presente en nuestras vidas.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba