ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA |
Lección Dos
Fe sencilla
Versículo Clave: “Entonces Jesús, mirándole, le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.” Escrituras Seleccionadas: |
EL ENFOQUE DE la lección de hoy es un hombre joven de una rica familia judía que preguntó a Jesús: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” (Marcos 10:17) Jesús no quiso contestar la pregunta de inmediato, sino que primero preparó al joven para una comprensión correcta. Él le preguntó por qué lo llamó “bueno”, porque Dios es el único que es verdaderamente bueno. (vs. 18) Esta respuesta señala que sólo existe una norma de bondad—la que está representada por Dios el Padre. Aunque no estaba equivocado al llamar a Jesús “bueno”, el hombre debe reconocer primero la Norma Divina. Entonces él pudo apreciar plenamente a Jesús como un maestro aprobado de Dios.
Jesús luego dirigió la atención del joven a la Ley, preguntándole si había guardado sus diversos mandamientos. (vs. 19) Algunos puedan preguntar por qué Jesús no le respondió como haríamos hoy—“confiese su incapacidad de guardar la Ley perfectamente, crea en Jesucristo como el que le rescató, y haga una plena consagración de su vida al Señor.” Respondemos que todavía no había llegado el momento de proclamar tal declaración plenamente, ya que el Pacto de la Ley todavía estaba en vigor. Jesús todavía no la había cumplido, “clavándola en la cruz” (Col. 2:14) Así que, él dirigió debidamente la atención del joven a la Ley, demostrando que el camino a la vida eterna era por medio de guardar sus mandamientos.
Posteriormente, el Nuevo Testamento enseña lo que los judíos, como pueblo, fallaron de discernir. “Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” (Rom. 3:20) El propósito de la Ley era, en primer lugar, poner a prueba a Jesús y demostrar su perfección por el hecho de que era capaz de guardarla. En segundo lugar, era para demostrar a los judíos y a todos los hombres, la imposibilidad de que nadie, excepto un hombre perfecto, pudiera cumplir los términos de ese pacto.
Cuando el joven respondió, “todo esto lo he guardado desde mi juventud”, Jesús le miró con amor. (Marcos 10:20) Vio que este hombre era muy por encima de muchos en cuanto a su nobleza de carácter. Sin embargo, el Señor se dio cuenta de que había sido cegado por las costumbres de la época, y fallaba en mostrar amor y ternura por los muchos pobres que le rodeaban. Así que suavemente le recordó este hecho al responder tal como se afirma en las palabras de nuestro versículo clave.
Aquí fue la respuesta que el joven necesitaba, y que podía ayudarle a desarrollar la fe sencilla necesaria para heredar la vida eterna. Cada judío listo y dispuesto a sacrificar así sus “tesoros” terrenales y convertirse en un seguidor de Jesús podría ser considerado digno de la transferencia de la casa de “siervos” bajo Moisés a la casa de “hijos” bajo Cristo. (Heb. 3:5,6) El joven, sin embargo, tan lleno de confianza unos momentos antes, encontró que el Maestro había sondeado su corazón en su punto más vulnerable. Él no tenía suficiente amor por Dios y por sus semejantes. “Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.” —Marcos 10:22
Jesús se dirigió entonces a sus discípulos, diciéndoles “cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas.” (vss. 23-27) Recordemos estas palabras de fe sencilla, y háganos “tesoros en el cielo… Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” —Mat. 6:20,21