ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Uno

Fe poderosa

Versículo Clave: “E inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad.”
—Marcos 9:24

Escrituras Seleccionadas:
Marcos 9:14-29

JUSTO ANTES DE los acontecimientos de la lección de hoy, encontramos que Jesús “se transfiguró” en un “monte alto” y apareció en sus vestidos resplandecientes delante de Pedro, Jacobo y Juan. (Marcos 9:1-9) Pedro posteriormente confirmaría la importancia de este evento, explicando que habían “visto con nuestros propios ojos su majestad. Pues cuando él recibió de Dios Padre honra y gloria, le fue enviada desde la magnífica gloria una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia. Y nosotros oímos esta voz enviada del cielo, cuando estábamos con él en el monte santo.” —2 Ped. 1:16-18

Al bajar del monte, encontraron a los otros discípulos rodeados por una multitud, y los escribas interrogándolos. Cuando Jesús preguntó a los escribas porqué disputaban con los discípulos, un hombre salió de la multitud, explicando que le había llevado a su hijo joven para que expulsara a un demonio que había estado atormentándole. Jesús les respondió, diciendo: “¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo. Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando espumarajos.” —Marcos 9:14-20

Jesús le preguntó cuánto tiempo el muchacho había sido poseído del demonio, y el padre le dijo que había estado así desde niño. Jesús le dijo, “Si puedes creer, al que cree todo le es posible.” (vss. 21-23) Aquí el Señor enfatizó el ejercicio de fe en el poder de Dios. Pablo dijo más tarde, “Sin fe es imposible agradar a Dios.” (Heb. 11:6) Al darse cuenta de su falta de fe como la razón por la cual el demonio aún poseía a su hijo, el hombre clamó, como se señala en nuestro versículo clave. Jesús reprendió al demonio, e inmediatamente salió del muchacho. —Marcos 9:24,25

Posteriormente, los discípulos le preguntaron por qué no eran capaces de expulsar al demonio. La respuesta de Jesús es el enfoque de la lección de hoy: “Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.” (vs. 29) Jesús enfatizó a sus seguidores que su poder más grande sería el resultado de una vida de abnegación y de oración, basada en una fe inquebrantable. El Señor ha dado muchas “preciosas y grandísimas promesas” a quienes viven de tal manera. En este y otros milagros, el Señor requirió la fe como la condición necesaria de la sanación. Así él manifestó por obras la gloria y el poder venideros de su reino, que habían sido demostrados en el monte de la transfiguración.

Dios está buscando ahora una clase de hijos especialmente fieles y obedientes para ser coherederos con Jesús en su glorioso reino venidero. En la selección de esta clase, la cual ayudará a otorgar su bendición sobre toda la humanidad, el Padre celestial desea sólo aquellos que pueden ejercer una fe absoluta en él. Por consiguiente, la regla de Dios en tratar con la Iglesia a través de toda la Edad Evangélica ha sido, “Conforme a vuestra fe os sea hecho.” —Mat. 9:29

En el Reino habrá manifestaciones del poder divino dado a todos los que ejercen fe. Ahora para nosotros, sin embargo, se otorga el privilegio de desarrollar una fuerte y profunda fe basada en las promesas de Dios. Mientras descendían del monte, Jesús mandó a Pedro, Jacobo y Juan que “a nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del Hombre hubiese resucitado de los muertos.” (Marcos 9:9) Los tres descendieron con este pensamiento inculcado en sus mentes. Desde la resurrección de Cristo ha sido el privilegio de sus seguidores de predicar, por fe poderosa, la gloria venidera de su reino.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba