ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Ocho

El Día de Expiación

Versículo Clave: “Y el sobrante de ella lo comerán Aarón y sus hijos; sin levadura se comerá en lugar santo; en el atrio del tabernáculo de reunión lo comerán.”
—Levítico 16:16

Escrituras Seleccionadas:
Levítico 16:11-19

TRAS LA MUERTE de Nadab y Abiú por haber presentado “delante de Jehová” fuego extraño en violación de lo que Dios había ordenado, instrucciones específicas fueron dadas a Moisés sobre cuán cuidadosa y reverentemente Aarón debe acercarse al Santísimo del Tabernáculo. De lo contrario, él también moriría por no obedecer los mandamientos de Dios. —Lev. 16:1,2

Después de esto, Dios le dio instrucciones de cómo Aarón debía llevar a cabo la celebración del Día de Expiación de Israel. Esto incluía traer un becerro como ofrenda por el pecado, así como dos machos cabríos y un carnero para completar la ofrenda de expiación. (vss. 3-5) Una serie de procedimientos detallados describe la secuencia de pasos que Aaron tenía que seguir en aplicar la sangre sobre el propiciatorio para efectuar la expiación por el pecado. —vss. 6-15

Nuestro versículo clave afirma que después de la aplicación de la sangre del macho cabrío, que se trataba de la misma manera que la sangre del becerro, la expiación fue acabada. La nación de Israel estaba limpiada típicamente de sus pecados anteriores, y restaurada a su relación con Dios para el año siguiente.

Aunque hay muchos detalles relacionados con el relato histórico del Día de Expiación, es evidente que esta ceremonia que se necesitaba celebrar en una base anual según la Ley de Moisés ya no se realiza. “Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido.” (Mat. 5:18) Actualmente no existe ningún sumo sacerdote judío que lleva a cabo los ritos descritos anteriormente en esta lección porque esas ceremonias eran típicas de algo mucho mayor. Si no fuere el caso, no habrían cesado.

Después de que nuestro Señor dejó la esfera celestial, se hizo un ser humano. Como hombre perfecto, se convirtió en el becerro antitípico a la edad de treinta años. Él dio su vida en sacrificio con el fin de redimir a la humanidad, ofreciéndose para erradicar el pecado. Como registrado por Pablo, nuestro Señor explicó, citando el Salmo 40, que Dios no tenía placer en las distintas ofrendas de animales por el pecado, y que estos sacrificios típicos fueron quitados para que Cristo pudiera establecerse como el verdadero sacrificio por los pecados. —Hebreos 10:4-9

Sobre esta base, Cristo dio su vida como “rescate por todos.” (1 Tim. 2:6) Sus seguidores consagrados—miembros de su cuerpo—tienen sus pecados cubiertos por el mérito de su sangre preciosa. Por lo tanto, son aceptados por Dios y contados como la clase del macho cabrío antitípico. Estos ahora tienen una oportunidad de participar en la ofrenda que finalmente erradicará el pecado.

Qué gran privilegio seguirá los que siguen fielmente el ejemplo del Maestro. Todos aquellos recibirán una recompensa celestial y se asociarán íntimamente con Cristo en la bendición de la humanidad. “Serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él mil años.” —Apoc. 20:6



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