ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Nueve

Recordando la Fidelidad de Dios

Versículo Clave: “Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba a la diestra de Dios.”
—Hechos 7:55

Escritura Seleccionadas:
Hechos 7:2-53

LAS LECCIONES de este mes han enfocado en las actividades primitivas de la iglesia de la Edad Evangélica. Hemos considerado los principios de orar unos por otros, dar todo al Señor, y ser fieles en dar testimonio de la verdad siempre que surja la oportunidad. La lección de hoy concluye el examen de estos principios con el relato de Esteban, el primer mártir cristiano.

Habiendo establecido una forma de vida comunal en la iglesia basada en la idea de compartir las posesiones terrenales, empezaban a surgir problemas con la llegada de los nuevos creyentes en relación con la administración de las necesidades diarias de los hermanos. En respuesta a esto los apóstoles nombraron a diáconos “de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría”, para supervisar esta actividad, mientras comprometían todo su tiempo y esfuerzos a la predicación de Jesucristo. —Hechos 6:1-4

Entre los escogidos había Esteban, “un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo.” (vs. 5) De los siete diáconos seleccionados, parece que quizás él fuera el más talentoso en dar testimonio de la verdad. “Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo. Entonces algunos de la sinagoga… se levantaron para discutir con Esteban. Pero no podían resistir la sabiduría y el Espíritu con que hablaba.” —vss. 8-10

Como resultado de su predicación, acusaciones falsas fueron lanzadas contra Esteban de que hablaba palabras blasfemas contra el santo templo. El concilio judío se encontró enfrentándose con otro discípulo de Jesús en un intento de poner fin a la difusión del Evangelio. En este caso, quizás deberían haber sabido mejor, pues cuando Esteban fue llevado ante ellos, “Todos los que estaban sentados en el Concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel.” —vs. 15

Preguntado por el sumo sacerdote, “¿Es esto así?”, Esteban respondió con una presentación de la historia de Israel en fallar repetidamente de seguir los mandamientos de Dios. Les acusó de ser “duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos” y de resistir al Espíritu Santo. De este modo, Esteban presentó una defensa de la verdad y no de sí mismo. —Hechos 7:1-51

Les recordó que, al igual que Israel había rechazado a Moisés primero, ahora habían rechazado a Jesús. Entonces, en relación con Jesús, dijo, “Profeta os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis.” (vs. 37) Al concluir su discurso, Esteban declaró: “¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Y mataron a los que anunciaron de antemano la venida del Justo, de quien vosotros ahora habéis sido entregadores y matadores; vosotros que recibisteis la ley… y no la guardasteis.” —vss. 52,53

El discurso de Esteban indignó el concilio, cuando se dieron cuenta de que era una condenación de sus acciones. Su ira se tornó violenta cuando les dijo lo que veía en el cielo, registrado en nuestro versículo clave: “Jesús que estaba a la diestra de Dios.” Inmediatamente le echaron fuera de la ciudad y le apedrearon hasta la muerte. (vss. 55-58) ¡Que podamos ser así de valientes como Esteban en dar testimonio de Jesús!



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba