ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA |
Lección Seis
Orando unos por Otros
Versículo Clave: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.” Escritura Seleccionadas: |
LOS DISCÍPULOS de Jesús se regocijaron al saber que el esperado Mesías había llegado según las promesas anunciadas por los profetas. Sin embargo, la alegría fue reemplazada con perplejidad a su inesperada muerte. Los relatos evangélicos nos hablan de su desilusión cuando contemplaban un regreso a su vida cotidiana. Las Escrituras describen también la resurrección de Jesús y sus apariciones a los discípulos. Les recordó que era necesario que muriera, y luego resucitarse, y que serían testigos de estas cosas y predicarían su nombre entre todas las naciones.
En su última aparición antes de subir al cielo, Jesús dijo a sus discípulos, “Vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.” (Hechos 1:5) En el día de Pentecostés, el registro indica que los discípulos estaban “llenos del Espíritu Santo.” (cap. 2:1-4) Esto se manifestó vívidamente cuando comenzaron a hablar en otras lenguas “según el Espíritu les daba que hablasen.” Las masas estaban maravilladas, pero algunos se burlaban. Pedro respondió con un contundente discurso proclamando la resurrección de Jesús por el poder de Dios de acuerdo con las palabras de los profetas. —vss. 14-36
En el cuarto capítulo de Hechos se encuentra otro ejemplo del Espíritu Santo siendo derramado con una manifestación física. Después de que Pedro y Juan fueron amenazados por el concilio judío, el versículo 29 dice que los hermanos oraron: “Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra.” Su oración fue contestada como se indica en nuestro versículo clave. En esta lección encontramos la importancia y la eficacia de orar por nuestros hermanos.
Pablo dice, “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos.” (Heb. 10:24-25). El trabajo de “estimular” y “exhortar” unos a otros se realiza mejor mediante el reunirse y la oración.
Juan afirma que el amor por los hermanos es la última prueba de nuestro amor por Dios, diciendo: “Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte… En esto hemos conocido el amor, en que él [Jesús] puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. (1 Juan 3:14,16) Oración sincera por los hermanos es un aspecto importante de poner nuestras vidas por ellos.
Santiago ofrece un mensaje similar para nosotros, diciendo, “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.” (Santiago 5:16) El “justo” que se describe aquí es alguien engendrado por el Espíritu Santo —un miembro de la clase que se describe como “los hijos de Dios.” —Rom. 8:14
Por último, Jesús oró por todos sus seguidores, inclusive por los que están vivos actualmente: “Yo ruego por ellos;…por los que me diste; porque tuyos son… a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.” (Juan 17:9,11) Que sigamos fielmente estos ejemplos y exhortaciones en orar fervientemente unos por otros.