ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Cinco

Vuelva a un Dios Justo

Versículo Clave: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.”
—Mateo 7:12

Escritura Seleccionadas:
Malaquías 3:1-10;
Mateo 7:12

GRAN PARTE DE lo que relata el profeta Malaquías es una delimitación de la maldad persistente de Israel después de regresar de la cautividad babilónica. En particular, los sacerdotes fallaban de reverenciar a Dios al hacer ofrendas maculadas y se les advirtió a arrepentirse. Además, no tenían en cuenta las ordenanzas divinas, divorciando a sus esposas cuando se envejecían, y luego, casándose con mujeres paganas más jóvenes. —cap. 1 y 2

Además de amonestar a Israel por su indocilidad como portavoz de Jehová, Malaquías también anunció aspectos futuros del plan de Dios: “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia de Leví, y limpiarlos como el oro y la plata, que pueden ofrecer al Señor una ofrenda en justicia.” —cap. 3:1-3

Las palabras anteriores tenían un cumplimiento temprano y parcial en el ministerio de Juan el Bautista, quien exhortó a los judíos a arrepentirse y prepararse para recibir a Cristo como su Mesías en su primera venida. La aplicación más amplia de esta profecía se refiere a la obra de los seguidores asidos de Jesús durante la Edad Evangélica. Su comisión ha sido la de predicar las buenas nuevas entre todas las naciones con respecto a la presencia de Cristo, quien reinará sobre toda la familia humana en poder y gloria. Esto resultará en la ejecución de un período de juicio justo. —Hechos 17:31

Las Escrituras tienen mucho que decir en lo referente a la justicia y al juicio. Como creyentes que son ejercitados por el Espíritu Santo y los principios de la justicia, no debemos ser cristianos indiscriminados con respecto a la conducta de los demás. Los creyentes consagrados tienen la responsabilidad de juzgar pecados graves y tomar las medidas adecuadas. (1 Cor. 5:9-13) Por otro lado, Jesús advirtió contra la tendencia de ver un pequeño fallo en otros, mientras que hipócritamente ignorando nuestras propias deficiencias que pueden ser de mucha mayor magnitud. —Mat. 7:1-6

Nuestro versículo clave establece un nivel mínimo de justicia al tratar a los demás de la misma manera que deseamos para nosotros. Cuán triste es que en este presente mundo malo, incluso esta medida básica de respeto por el prójimo se ha perdido de vista en una manera considerable.

Aquellos que son leales a Dios y seguidores de Cristo, sin embargo, irán más allá de la “Regla de Oro” e imitarán el estándar de discipulado de nuestro Señor en lo que se refiere al amor. Esto significaría que debemos estar tanto en armonía con el plan divino para la salvación del hombre que desearemos dedicar nuestro tiempo, talentos y energías en animar a nuestros hermanos en sus esfuerzos espirituales, mientras que al mismo tiempo, a medida que se presente la oportunidad, proclamaremos el reino de Dios como la panacea de todos los males e injusticia. Que despleguemos este espíritu en sinceridad y en verdad. —Juan 13:34,35; 6:10



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