ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Seis

Juicio Contra Líderes Corruptos

Versículo Clave: “Mas yo estoy lleno de poder del Espíritu de Jehová, y de juicio y de fuerza, para denunciar a Jacob su rebelión, y a Israel su pecado.”
—Miqueas 3:8

Escritura Seleccionada:
Miqueas 3:5-12

AL IGUAL QUE CON nuestra lección anterior, estas palabras están dirigidas a la nación de Israel por el profeta Miqueas, cuyo nombre significa: “Quien es como Dios.” Él profetizó durante la segunda mitad del siglo 8 A.c., al igual que Isaías. Las actividades de Miqueas, como las de Isaías, se llevaban a cabo principalmente en Judá, el reino de dos tribus. Se consideraban dos de los profetas más grandes de Judá.

Tanto Miqueas como Isaías apoyaban celosamente los esfuerzos del rey Ezequías para efectuar una reforma de los males cometidos por su padre, el rey Acaz. Durante su reino del mal, Acaz corrompió el Templo en Jerusalén por ordenar la construcción de un altar que fue diseñado según el ejemplo que había visto en Damasco, la capital de Asiria. También hizo otros cambios en los muebles del Templo que no estaban autorizados por Dios, y finalmente “cerró las puertas de la casa de Jehová” por completo. —2 Reyes 16; 2 Cron. 28

Tal era el estado que Ezequías encontró cuando fue hecho rey sobre Judá. “E hizo lo recto ante los ojos de Jehová.” (2 Cron. 29:2) En el primer mes de su reinado Ezequías ordenó que las puertas del templo se reparasen y se volvieran a abrir. También reunió a los sacerdotes y a los levitas, y les mandaron a limpiar el Templo y a “sacar del santuario la inmundicia”, para que se hiciera adecuado de nuevo para la adoración. (vss. 3-5) Su objetivo era restaurar la antigua forma de culto y reverencia a Dios. (vss. 20-36) Miqueas fomentó los esfuerzos realizados por el rey de efectuar estos cambios y también de reformar los corazones de la gente.

En Miqueas 3:9,11,12 leemos estas palabras: “Oíd ahora esto, jefes de la casa de Jacob, y capitanes de la casa de Israel, que abomináis el juicio, y pervertís todo el derecho. Sus jefes juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas adivinan por dinero… Por tanto, a causa de vosotros Sion será arada como campo, y Jerusalén vendrá a ser montones de ruinas, y el monte de la casa como cumbres de bosque.”

Los líderes del pueblo sabían lo que estaba correcto, pero abusaban de sus responsabilidades, utilizando su posición para llenar sus propios bolsillos y ampliar sus tierras. (Miq. 2:1-9; 3:1-3) Al hacerlo, se convirtieron en opresores del pueblo, en lugar de actuar como guardianes. A medida que se hicieron más fuertes en su lealtad el uno para con el otro, diseñaron un sistema de la violación de la ley organizada. “Para completar la maldad con sus manos, el príncipe demanda, y el juez juzga por recompensa; y el grande habla el antojo de su alma, y lo confirman.” —Miq. 7:3

Como resultado de todo la maldad que había tenido lugar en Judá, Dios proclamó estas palabras a través de su siervo Miqueas: “Por tanto, de la profecía se os hará noche, y oscuridad del adivinar; y sobre los profetas se pondrá el sol, y el día se entenebrecerá sobre ellos. Y serán avergonzados los profetas, y se confundirán los adivinos; y ellos todos cerrarán sus labios, porque no hay respuesta de Dios.” —Miq. 3:6,7

El deseo de Dios para Israel, y para su pueblo de todas las edades, es que le sirvan más allá de la mera apariencia y ceremonia, es decir, con la santidad de corazón. Sin esto, no hay ofrenda o servicio a Dios que tiene gran valor a su vista. —1 Sam. 12:20,24; Prov. 4:23; Isa. 1:11; Miq. 6:6-8



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