ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Tres

Reprendidos Por El Egoísmo

Versículo Clave: “¿Correrán los caballos por las peñas? ¿Ararán en ellas con bueyes? ¿Por qué habéis vosotros convertido el juicio en veneno, y el fruto de justicia en ajenjo?”
—Amos 6:12

Escritura Seleccionada:
Amos 6:4-8, 11-14

LOS CASTIGOS DE Dios pronunciados por el profeta Amós fueron los primeros contra los enemigos circundantes de Israel, luego contra Judá, y por último contra las diez tribus del norte de Israel. Tal como se citó en la lección anterior, los castigos contra Judá eran en gran medida porque habían abandonado su relación de pacto con Dios. Los castigos contra las diez tribus del norte de Israel eran además los resultados de sus pecados de avaricia, egoísmo y frialdad de corazón, y son el enfoque de la lección de hoy de la profecía de Amós.

Era un tiempo en la historia del reino del norte cuando muchos se habían enriquecido y se habían establecido en una vida fácil y de lujo. Esta auto-gratificación resultó en su indiferencia hacia las condiciones de los pobres. Tal vez esa riqueza aportaba un sentido de posición y de satisfacción, pero las palabras de Amós eran, “¡Ay de los reposados en Sion!” (Amós 6:1) El Pacto de la Ley exigía que cada israelita se encargara de las necesidades de sus prójimos en todos los aspectos de la vida. Una vez más, sin embargo, las imperfecciones y los deseos de la carne cegaron a muchos en cuanto a su obligación y su promesa de guardar los mandamientos de Dios. Sus propias acciones los condenaron pues “no se afligían por el quebrantamiento de José (Israel).” —vs. 6

Nuestro versículo clave muestra la frialdad de sus corazones. No pensarían en correr a sus caballos o arar a sus bueyes por las peñas ya que causaría daño a los animales y resultaría en pérdidas personales. Aunque nunca harían algo tan irracional en cuanto a su riqueza personal y bienes, cuando se trataba de aplicar los principios de Dios a sus hermanos Amós dice que estas mismas personas habían “convertido el juicio en veneno y el fruto de justicia en ajenjo.”

La codicia y el egoísmo son características de la carne caída. Para los que poseen riquezas esto a menudo produce indiferencia ante las necesidades de los pobres. Para los pobres, esto frecuentemente produce resentimiento y enojo hacia los ricos. Para el mundo en general este tipo de actitud quizás sea comprensible. Para el israelita escogido, sin embargo, se trataba de una violación de su alianza con Dios. Amós pregunta, “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?” (Amós 3:3) Los codiciosos y los egoístas claramente no estaban “de acuerdo” con Dios y, por lo tanto, eran dignos del castigo impuesto.

Al igual que Dios exigía más de Israel natural que del mundo, del mismo modo exige más de nosotros, como israelitas espirituales. Dios nos ha recordado que las experiencias de Israel eran un tipo, o ejemplo, para ayudarnos a evitar cometer los mismos errores que ellos cometieron. (1 Cor. 10:6) Pablo nos recuerda que aquellos que son guiados por el espíritu de Dios son hijos de Dios, no siervos como eran los israelitas. (Rom. 8:14) Dios castigó a Israel para su beneficio. Del mismo modo, nos castiga, como un padre disciplina a sus propios hijos, para que podamos crecer en justicia. (Heb. 12:5-8) Nos da la seguridad de que en todas esas experiencias nunca nos dejará ni nos abandonará, y no nos dará experiencias que no podemos soportar. —Heb. 13:5; 1 Cor. 10:13

Tal anulación en nuestras vidas por el Padre celestial se realiza con el fin de desarrollar en nosotros un carácter que está en armonía con el “fruto del espíritu.” (Gal. 5:22-25) Si desarrollemos fielmente de esta manera, se nos dará el privilegio de ayudar a bendecir a todas las familias de la tierra como la novia de Cristo en el reino venidero de Dios. —2 Cor. 11:2; Apoc. 19:7; 21:2-4



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba