ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 3 de mayo

Esperanza de la Resurrección Garantizada

Versículo Clave: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.”
—1 Corintios 15:22

Escritura Seleccionadas:
1 Corintios 15:1-11, 20-22

UNA VERDAD DE sumo importancia que se recuerda cuando se estudia el versículo clave de la lección es que, debido a la desobediencia de Adán, la pena de muerte colocada sobre él ha sido transmitida a toda la raza humana. La redacción de la primera parte de este pasaje de escritura pone de manifiesto este hecho, y dice: “Así que en Adán todos mueren.” Un nuevo estudio de la Palabra de Dios revela que, puesto que Adán fue perfecto originalmente, se requeriría un hombre perfecto para equilibrar la balanza de la justicia, y proporcionar un medio de redención por Adán y su descendencia. (Rom. 5:12,18,19; 1 Tim. 2:5,6) De esta manera, nuestro Señor Jesús fue enviado por el Padre para que se cumpliera la escritura: “He aquí el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” —Juan 1:29

Hemos leído acerca de Jesús que fue “santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos.” (Heb. 7:26) Por causa de su concepción milagrosa, no nació en el mundo como pecador condenado, pero de todos modos fue de linaje humano adámico, “nacido de mujer.” (Lucas 1:30-35; Gal. 4:4) El “que no conoció pecado” siguió siendo “obediente hasta la muerte y muerte de cruz.” (2 Cor. 5:21; Fil. 2:8; Mat. 27:33) Sin embargo, la muerte de Jesús no fue el fin de la lección. Luego, fue resucitado de entre los muertos por el poder de Dios. “Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios.” —Rom. 8:34

El capítulo 24 de Lucas ofrece detalles acerca de la resurrección de Jesús, y varias apariciones por él a los que había servido durante su vida. El relato declara que apareció a María Magdalena, a Juana, y a María, la madre de Jacobo. Después de esto, el Señor resucitado encontró a otros, como los dos discípulos de Emaús, que no estaban seguros y estaban perplejos por el informe de que se había levantado de la tumba. (Lucas 24:13-32) Compartió con ellos muchas lecciones importantes. El relato dice, “Comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.” —vs. 27

En otro versículo de la lección, Pablo dice, “Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.” (1 Cor. 15:20) Hay una verdad importante que se debe considerar cuando leemos que los muertos “duermen” en la tumba. Incluso Jesús “durmió” en la muerte por partes de tres días, y se levantó de nuevo. (Lucas 18:33) Considerando la muerte como un sueño es el pensamiento correcto a la luz de las muchas promesas bíblicas que indican un momento en que se llevará a cabo un “despertar” de la muerte. Este punto de vista fortalece nuestra fe en Dios y fortalece nuestra esperanza para los muertos. La última parte de nuestro versículo clave nos dice: “En Cristo todos serán vivificados.” Estas palabras proporcionan “buenas nuevas” en lo que respecta a la promesa de una resurrección, la restauración a la vida humana perfecta para toda la humanidad que obedezca de corazón las leyes justas del reino del Mesías.

En el plan de Dios, Jesús tenía que ser “el primogénito de entre los muertos.” (Col. 1:18) Aunque las Escrituras hablan de otras personas que habían sido despertadas de la muerte por el poder de Dios, todas ellas murieron otra vez. Cristo fue el primero en experimentar la resurrección en el sentido pleno y permanente. Fue “levantado de entre los muertos”, dice Pablo, y “ya no muere.” (Rom. 6:9) ¡Qué maravillosa esperanza de una vida futura se proporciona a través de la muerte de nuestro Redentor y la manifestación del poder de Dios en la resurrección de su “Hijo unigénito!” Todos los que duermen en la muerte tendrán la oportunidad de vivir para siempre en una tierra restaurada y perfecta según la promesa dada por Dios a través de “todos sus santos profetas.” —Hechos 3:20



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba