ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Cuatro

Recibid el Espíritu Santo

Versículo Clave: “Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.”
—Juan 20:22

Escritura Seleccionada:
Juan 20:19-23

LA DOCTRINA de la Trinidad ha confundido muchos al distorsionar la personalidad individual del Dios de la Biblia. Para nosotros las Escrituras enseñan claramente que el Logos—griego para “palabra” o vocero de Dios—fue la primera y única creación directa de Dios, siendo su Hijo unigénito. (Juan 1:14; Apocalipsis 1:8) El Creador envió a su hijo a la tierra en la forma de un hombre con el propósito de redimir a la humanidad de la maldición de la muerte causada por la desobediencia de Adán. (Juan 3:16,17; 1 Juan 4:9; 1 Cor. 15:22) La vida perfecta de un hombre fue dada por Jesús para redimir la vida del primer hombre perdida a causa del pecado, a saber, la de Adán y de toda su posteridad. (Rom. 5:12,15-19) Al enseñar que Jesús es parte de un Dios “trino” es anular la eficacia del precio del rescate y su necesidad con el fin de satisfacer la justicia perfecta Dios.

La palabra griega “pneuma” aparece en nuestro versículo clave y se traduce correctamente en la mayoría de las versiones como “espíritu.” La palabra pneuma significa literalmente “una corriente de aire o soplo”, y no tiene ninguna sugerencia de “fantasma”, como la palabra ha sido traducida de manera errónea en la Versión del Rey Jacobo en muchos casos. El Espíritu Santo no es parte de un Dios trino, sino es su poder e influencia invisibles—bien simbolizados por el soplo del viento, aire, o aliento. El Espíritu Santo se describe en la Biblia como el poder utilizado en la creación, así como la influencia usada para inspirar a los profetas de la antigüedad para registrar las Sagradas Escrituras, la Palabra de Dios. —Gen. 1:2; 2:7; 2 Ped. 1:21

En relación con los versículos de nuestra lección, encontramos a los discípulos reunidos en una habitación después de recibir las noticias de la resurrección de Jesús con las puertas cerradas “por miedo de los judíos.” (Juan 20:19) Sin duda, su miedo se manifestó a medida que contemplaban las palabras de advertencia anteriores de su Maestro de que “os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las sinagogas y a las cárceles, y seréis llevados ante reyes y ante gobernadores por causa de mi nombre.” —Lucas 21:12

Ahora estando en medio de ellos y sintiendo su miedo, el Señor resucitado les calmó rápidamente con las palabras que les había pronunciado antes, “Paz a vosotros.” Cuando les mostró las manos y el costado traspasados, lo reconocieron y se regocijaron. Jesús repitió las palabras: “Paz a vosotros”, y añadió: “como me envió el Padre, así también yo os envío.” Después de pronunciar las palabras de nuestro versículo clave, Jesús continuó, diciendo, “A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.” —Juan 20:21-23

Antes de su muerte, Jesús había dicho a sus discípulos que tenía que salir, pero había prometido que proporcionaría otro “Consolador” en su ausencia. Ahora, él estaba delante de ellos para confirmar que en verdad pronto “recibirían el Espíritu Santo,” el Consolador que había prometido, y que les vendría poco tiempo después, en el día de Pentecostés. También dio la comisión a los discípulos, “también yo os envío” para predicar el mensaje del Evangelio, al igual que él había hecho.

Como embajadores de Cristo, también debemos estar ocupados en la misma obra como nuestro Señor y sus discípulos. Jesús había terminado su obra terrenal de proporcionar la redención por medio de su muerte en la cruz. Sin embargo, antes de la obra de bendecir a todas las familias de la tierra en el reino, nosotros, como sus “hermanos”, debemos seguir los pasos del Maestro y participar en su sufrimiento. Pablo nos habla de este privilegio de “cumplir… lo que falta de las aflicciones de Cristo.” (Col. 1:24) Con alegría en nuestros corazones, y habiendo recibido el engendramiento del Espíritu Santo de Dios, que seamos fieles a nuestra comisión de predicar el bello mensaje del Evangelio de Cristo.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba