ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 25 de enero

Oramos el Uno Por el Otro

Versículo Clave: “Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.”
—Santiago 5:16

Escritura Seleccionada:
Santiago 5:13-18

LA META PRINCIPAL de un seguidor asido de Cristo es hacer la voluntad de Dios. Jesús vino a la tierra y nació en este mundo para que pudiera llevar a cabo la voluntad del Padre con respecto a su creación—el hombre. Tan plenamente en armonía con la voluntad divina estaba nuestro Señor que dijo, “Yo y el Padre uno somos.” —Juan 10:30) También declaró: “He descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.” —Juan 6:38

La voluntad de Dios en enviar a su hijo Jesús al mundo era para que él pudiera ser el Redentor de la humanidad, y como resultado, la simiente a través de la cual todas las familias de la tierra serían bendecidas, en cumplimiento de la promesa hecha a Abrahán. —Gén. 12:3; 22:18; 28:14) El “rebaño pequeño” ha sido llamado a asociarse con Jesús en aquel propósito amoroso. Pablo dijo: “Todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos…Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” —Gal. 3:27-29

Aprendemos de nuestro versículo clave que la humildad y la disposición de confesar que tenemos pecados y debilidades es muy importante. Las Escrituras nos dicen que “Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu.” —Sal. 34:18) El pensamiento de estas palabras es que debemos tener un pesar sincero por el pecado. La Versión Moderna vierte la última parte de nuestro versículo clave: “Mucho puede la suplica ferviente del hombre justo.” La idea aquí es que si nuestras oraciones son fervientes y motivadas para producir el efecto deseado o resultado, ellas valdrán mucho.

Todos tenemos mucho trabajo que hacer en nuestro camino cristiano. Una parte de esta obra es la de autoexamen. “Pruébese cada uno a sí mismo.” —1 Cor. 11:28; 2 Cor. 13:5) También debemos estar ocupados en la labor de procurar con diligencia presentarnos a Dios aprobados “como obrero que no tiene de qué avergonzarse.” —2 Tim. 2:15) Tenemos la responsabilidad y el privilegio adicionales, como miembros del cuerpo de Cristo, de cuidar a todos los demás miembros. Jesús dijo, “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” —Juan 15:13) Regresando de nuevo a nuestro versículo clave, una parte importante de este amor es que recordemos orar por nuestros hermanos.

Es de vital importancia que mantengamos una vida de oración activa, sabiendo que el Padre escucha nuestras oraciones, y responderá a ellas de acuerdo con su voluntad. —1 Ped. 3:12) La fe es un elemento muy importante en este asunto, porque es la base de nuestras oraciones a Dios. El apóstol Juan dijo, “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” —1 Juan 5:14,15)

La fe también estimula nuestra mente y nos motiva a la obediencia amorosa y a las buenas obras, y para servir la causa de la verdad y de la justicia. —Santiago 2:14-26) Para el seguidor asido de Cristo, la fe no se basa en la credulidad. Más bien, se basa en la “sustancia” y en las “pruebas”, contenidas en la Palabra de Dios y en las providencias anuladoras de Dios en nuestras vidas. —Heb. 11:1) Por lo tanto, nuestra esperanza y otras cosas invisibles con respecto a los tratos de Dios para con nosotros son muy reales, y podemos actuar sobre la convicción de su realidad. Seamos agradecidos y hagamos eco de las palabras del salmista: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.” —Sal. 46:1



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba