ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 18 de enero

Jesús Intercede por Nosotros

Versículo Clave: “Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.”
—Hebreos 4:15

Escritura Seleccionadas:
Hebreos 4:14 – 5:10

MUCHOS TIPOS DE ORACIÓN se encuentran en el registro del evangelio. Las peticiones de Jesús incluían las de comunión, adoración, acción de gracias, petición, súplica, y aquiescencia humilde. Sin embargo, nunca incluían la confesión, porque él era el santo y perfecto Hijo de Dios. Pablo dijo, “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Porque tal sumo sacerdote nos convenía: santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos.” —Heb. 7:25,26

A lo largo de la Edad Evangélica al pueblo consagrado del Señor, a través de la fe, se le ha dado el maravilloso privilegio de tener a Jesús servir como su Sumo Sacerdote. —Heb. 3:1) Además, él es nuestro abogado, para que podamos acercarnos, en su nombre, al trono de la gracia celestial y comunicarnos directamente con Dios en oración. Juan escribió, “Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.” —1 Juan 2:1) En el siguiente versículo Juan nos informa que el puesto de Jesús como nuestro abogado es porque “él es la propiciación por nuestros pecados”.

Cuando Jesús apareció en la presencia de Dios y presentó el mérito de su sacrificio de rescate, ganó el puesto de abogado para todos los que desean alejarse del pecado y dar su vida en consagración a Dios. “Habiéndonos comprado” con su preciosa sangre, y por nuestra fe en esta “propiciación”, Jesús ha intercedido por nosotros y ha llegado a ser para cada uno individualmente, “un abogado con el Padre”. Debido a esto, podemos acercarnos a Dios en oración, en el nombre de Jesús, aunque todavía tenemos con nosotros las imperfecciones de nuestra carne caída. Siempre y cuando permanecemos bajo la sangre cobertura de la justicia de Jesús, no es necesario que él interceda por nosotros continuamente, aunque hará todo lo necesario para ayudarnos a medida que nos esforzamos por hacer firme nuestro llamamiento y elección.

Existen dos grupos que finalmente beneficiarán de la intercesión de Jesús. El primer, como ya se ha señalado, ha sido los seguidores asidos de Jesús que se desarrollan durante la Edad Evangélica. Él ha sido una “propiciación por nuestros pecados”. Como seguidores asidos de Cristo ahora, “hemos hecho con [Dios] pacto con sacrificio.” —Sal. 50:5) Somos contados como aceptables “en el amado” Jesús, nuestro intercesor y abogado, y él sigue guiando y dirigiendo diariamente nuestros pies para mantenernos en el camino.

Juan añade, sin embargo, “no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” —1 Juan 2:2) Al principio del reino de Cristo los beneficios de la intercesión de Jesús a favor de la humanidad en general se pondrán a la disposición de todas las personas—a “todo el mundo”, como dice Juan. Un nuevo pacto será inaugurado con Cristo, la cabeza y los miembros del cuerpo completos, como su mediador.

Seamos agradecidos a Dios continuamente por proporcionar a su hijo para ser una satisfacción por los pecados. Como señalan las palabras de nuestro versículo clave, también nunca debemos olvidar que nosotros y todo el mundo tienen un Sumo Sacerdote simpatizante, quien “pueda compadecerse de nuestras debilidades” y ha sido probado en todo, “pero sin pecado.” Tal conocimiento debe obligarnos a seguir en nuestro camino y, a lo mejor de nuestra habilidad, cumplir con la norma divina que se nos ha presentado.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba