EVENTOS SOBRESALIENTES DEL ALBA

Hasta Aquí—Pero No Más Allá

“¿O quién encerró con puertas el mar, cuando, irrumpiendo, se salió de su seno; cuando hice de una nube su vestidura, y de espesa oscuridad sus pañales; cuando sobre él establecí límites, puse puertas y cerrojos, y dije: “Hasta aquí llegarás, pero no más allá; aquí se detendrá el orgullo de tus olas?”
— Job 38:8-11, La Biblia de las Américas —

CUANDO EL MUNDO entra en el año 2015 hay una mayor sensación de incertidumbre en cuanto al futuro. Los eventos volátiles de los últimos años han puesto de manifiesto lo débil que es el tejido de nuestra sociedad y cómo está sujeto a un cambio imprevisto y repentino. Se percibe más que nunca que en el año que tenemos por delante nuestro mundo seguirá en caída, con mayor incertidumbre en el futuro y sin soluciones viables a sus innumerables problemas y perplejidades. ¿Está verdaderamente el mundo tambaleándose fuera de control? Desde el punto de vista humano, parece que sí. Sin embargo, ¿cuál es la perspectiva de Dios? e igual de importante: ¿cuál es su plan para solucionar los muchos problemas de la humanidad? ¿Está la tierra y el lugar del hombre en ella bajo el control de Dios?

Dios habló las palabras del texto temático a Job a quien había permitido ser probado hasta el extremo de su resistencia. Después de haberse agotado toda la sabiduría de los hombres, tal y como se expresa en las palabras inútiles de sus amigos, el Señor llevó aparte a Job y comenzó a hablar con él. Sólo la respuesta de Dios satisfizo plenamente la mente y el corazón de su siervo.

En este texto tenemos una declaración que hizo el Señor sobre la creación. En el momento en el que la Tierra estaba siendo preparada como morada del hombre, limitó las “aguas”, que anteriormente habían cubierto la totalidad del planeta, recogiéndolas, permitiendo así que apareciera lo seco. —Gén. 1:9,10). Al ver con asombro una terrible tormenta con fortísimos vientos descender sobre el océano, tal vez nuestro primer pensamiento ha sido el de la devastación que pudiera ocurrir si no se hubieran establecido límites a las feroces y potentes olas provocadas por la tormenta. ¿Qué pasaría si se rompiera la barrera invisible que las mantienen en su lugar y engulleran la costa, o, lo que es peor, si sólo se detuvieran ante las montañas más altas? Las Escrituras nos aseguran que el Padre celestial mismo controla los mares. Aunque las nubes de tormenta puedan reunirse y las olas puedan hervir y echar vapores, ha establecido sus límites. Incluso en los casos raros y extremos en que se abre una brecha en la costa no pueden ir más allá de lo permitido por las leyes de la naturaleza que Dios ha promulgado. Le damos las gracias por el testimonio de nuestro texto: “Hasta aquí llegarás, pero no más allá.”

Cuando estudiamos la Palabra de Dios encontramos que él tiene el control total en todos los aspectos de la vida. Fue cierto en su trato con su pueblo en el pasado y es verdad hoy en día. El Señor ha puesto límites, barreras y puertas a todo. Nada puede ir más allá de los límites que ha fijado para que no falle, incluyendo cualquiera de los esfuerzos del Gran Adversario, Satanás.

UNIVERSO MATERIAL

Nuestro sistema solar, incluyendo el sol y sus planetas, se mueven dentro de sus órbitas decretadas. La tierra no puede aproximarse más al sol de lo que el Señor ha declarado. De igual modo cada uno de los planetas que giran alrededor de nuestro sol tiene sus propios límites, “Hasta aquí llegarás, pero no más allá.” No hay fuerza en el universo que pueda desviar cualquiera de estos planetas una fracción de pulgada fuera de la órbita decretada por Dios. Los científicos son conscientes de esta precisión y fiabilidad demostrada por los cielos y las utilizan para sus mediciones con la seguridad total de su exactitud.

Reconocemos el hecho de que el Creador no sólo ha establecido los límites de los movimientos de nuestro propio sistema solar, sino que también el de los innumerables sistemas solares que componen la galaxia en la que nos situamos. También debe tenerse en cuenta que hay incontables galaxias en la vastedad del universo y que están dentro de los límites de un curso fijado. Reflexionando sobre estas cosas nos damos cuenta de que quien puede crear esa multiplicidad de mundos, sin duda también es lo suficientemente poderoso para controlarlos. Las galaxias se mueven silenciosamente a través de los cielos maravillosamente y con precisión de tal manera que pueden fácilmente calcularse sus posiciones por miles de años. Nunca se produce una interrupción o una desviación dentro de los límites que el Señor ha ordenado.

POBLACIÓN DE LA TIERRA

Cuando Dios creó la tierra la hizo con el tamaño justo para conseguir su objetivo. “Así dijo Jehová, que creó los cielos; él es Dios, el que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano, para que fuese habitada la creó: yo soy Jehová, y no hay otro.” —Isa. 45:18). Cuando colocó a nuestros primeros padres en el Jardín del Edén les dijo que fueran fecundos, se multiplicaran y llenaran la tierra —Gén. 1:28). Este proceso ha continuado desde entonces y miles de millones de personas han vivido y han muerto. A medida que nos adentramos en 2015, la población del mundo es ahora de 7,3 mil millones de personas y está creciendo a un ritmo de más de 150 personas cada minuto.

La explosión demográfica actual se ha convertido en una profunda preocupación para muchas personas. La alarma se ha apoderado de la mente de muchos hombres que se esfuerzan por los varios problemas asociados con el número sin precedentes de gente que vive en el planeta Tierra. Muchos predicen que las tendencias actuales obligan a manifestarse en la extrema escasez de alimentos, de vivienda y de empleo que se vive en la mayor parte del mundo.

Incluso hoy en día en EEUU las estadísticas actuales afirman que más de cincuenta millones de personas, o sea, una de cada seis, sufre por poner comida en la mesa. En muchos países del tercer mundo la situación es infinitamente peor. Todo esto ocurre incluso con la paradoja de que hay miles de millones de dólares en productos alimenticios almacenados en todo el mundo y millones de dólares invertidos en la construcción y el mantenimiento de más almacenamiento para este excedente de dichos productos. Una estimación reciente afirma que en la actualidad hay suficientes alimentos disponibles en el mundo para alimentar a más de diez mil millones de personas, un cuarenta por ciento más de la actual población de la Tierra. Sin embargo, debido al fracaso de las diversas políticas, económicas y sociales millones y millones no tienen acceso a alimentos suficientes y siguen pasando hambre. Aquellos que estudian los acontecimientos mundiales temen que si la población sigue creciendo, incluso a un ritmo algo inferior, la situación empeorará y habrá escasez severa de alimentos a mediados de este siglo.

Desde el punto de vista humano hay una buena razón para preocuparse por el aumento de la población de la tierra en estos nuestros días. En 1979, China promulgó una ley en la que los hijos de las familias se limitaban a uno, y los posteriores serían abortados. Si bien este requisito se relajó en el 2013 estamos seguros de que nuestro Padre celestial tiene una solución mejor que ésta. Podemos tener confianza en que nuestro Padre celestial ha fijado los límites y las barreras en este asunto de gran importancia para la familia humana. Él ha decretado el número total y perfecto de personas que van a ocupar nuestro planeta.

Cuando el reino de Dios, por el que oramos continuamente, “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo así también en la tierra” —Mat. 6:10) se establezca, no sólo habrá que satisfacer las necesidades de los que estén vivos en ese momento, sino, además, las de aquellos a los que se les despierte del sueño de la muerte. La Biblia nos asegura que todo el mundo que ha vivido sobre la tierra, cada uno de los hijos de Adán, volverá de la muerte. —Juan 5:25,28; Hechos 15:16,17; 24:15). Éstos tendrán necesidades continuas e inmediatas que se les debe proveer.

Al estudiar las Escrituras y leer acerca de la evolución de los planes de Dios y el propósito que operará durante el reino mesiánico, encontramos muchos textos que describen ese glorioso día. Sin embargo, no encontramos ni un texto en las Escrituras que de alguna forma nos indique que la superpoblación sea uno de los problemas que requieran una solución especial en ese momento. Incluso en este asunto, el Señor permitirá que la descendencia de nuestros primeros padres aumente hasta cierto grado, “pero no más allá”. Él ha preparado esta tierra para albergar un número determinado de hijos de Adán y cuando se completen totalmente sus planes y propósitos veremos el número correcto de los nacidos. Será suficiente para “llenar la tierra” y habitar este paraíso con alegría, abundancia y comodidad. No será ni más ni menos que esto.

CARACTERÍSTICAS DISPENSACIONALISTAS

La duración de las distintas edades y dispensaciones en el plan de Dios se diseñó por una duración específica de años, ni más larga ni más corta. El período comprendido desde la creación de Adán hasta el Diluvio fue de 1.656 años. El Señor decretó que la primera dispensación finalizaría justo entonces, ni antes ni después. El propósito de Dios se cumplió en su permiso del mal, y, a continuación, comenzó una nueva dispensación a enseñar sus lecciones particulares. Una de las principales lecciones del primer mundo fue que los ángeles no pudieron resolver los problemas causados por la caída del hombre al pecado y a la muerte sin la ayuda de Dios. De hecho, el primer “mundo” llegó a ser tan malo como resultado de la fallida intervención de los ángeles que Dios lo destruyó en el gran Diluvio. —Gen. 6:5-7; 2 Ped. 2:4,5; 3:5,6.

Encontramos que las sucesivas edades han sido tan precisas en su medida como Dios quiso que fueran con el fin de lograr su propósito para ese período de tiempo. La edad de los Patriarcas fue lo suficientemente larga como para registrar el gran pacto que hizo Dios con Abrahán: “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra.” —Gén. 22:18). Fue confirmada a Isaac y, a continuación, pasó a Jacob. Esa edad también registró la gran fe de estos “padres” como ejemplo para aquellos con quienes Dios trataría en las edades futuras. Después de la muerte de Jacob, cuyo nombre cambió Dios a “Israel”, los descendientes de sus doce hijos se convirtieron en la recién formada nación de Israel, y comenzó una nueva era.

La dispensación judía continuó durante muchos siglos con sus importantes “tipos” y “sombras” —1 Cor. 10:11; Heb. 8:5). Ilustraba las obras nuevas y mayores de Dios aún por venir y terminó exactamente en el momento oportuno en el plan de las edades de Dios. Con la primera venida de Jesús, a quien Dios proveyó como Redentor del hombre, se abrió la Edad Evangélica y comenzó el cumplimiento de los tipos y las sombras de la Edad Judía. Esta nueva era también ha traído consigo la invitación a caminar tras las huellas de Cristo. Llegó, como era de esperar, a tiempo, tal como fue predicho por los profetas antiguos. —Dan. 9:25-27). Dios, como se ha señalado, ha declarado para cada edad y su obra: “Hasta aquí llegarás, pero no más allá.”

PERMISO DEL MAL

Vemos este principio tan bellamente ilustrado en el permiso del mal entre los hombres. Con la entrada del pecado en el mundo y sus influencias corruptoras sobre la humanidad tenemos una clara idea de la triste consecuencia de la maldad. Sin embargo, creemos firmemente que Satanás nunca ha tenido completo dominio sobre las mentes de la raza humana. Cuando estudiamos fragmentos de la historia nos encontramos con que los principios maravillosos a menudo pasaron a ocupar el primer plano, incluso aun por breves períodos de tiempo. Surgieron dirigentes buenos y amables y gobernaron con lo mejor de sus conocimientos y de su capacidad.

A veces en el pasado, y aún en nuestros días, un régimen corrupto entra en escena y convierte al pueblo en un abismo de opresión. Pero incluso a estos malvados gobernantes sólo se les permite existir por determinado tiempo. En Daniel leemos que “el Altísimo domina sobre el reino de los hombres, y se lo da a quien le place, y pone sobre él al más humilde de los hombres.” —Dan. 4:17). En algunos casos el método utilizado ha sido el rechazo providencial del Gran Creador—para servir al propósito particular que tiene en mente y enseñar una lección concreta. El principio, “Hasta aquí llegarás, pero no más allá” sigue siendo válido. ¡Qué felices estamos de reconocer que es el “Altísimo,” el que en realidad gobierna entre los hijos de los hombres, aunque a veces permita incluso a los más viles individuos tener influencia en una parte u otra del mundo para un propósito particular y por una cantidad limitada de tiempo!

El hombre, creado al principio a imagen de Dios, se deterioró en mayor o menor grado por su caída en el pecado, pero rara vez esa imagen original ha sido borrada por completo de su mente y de su corazón. El Creador no lo permitiría porque tenía un plan—un propósito—que se centraba en la restauración del hombre a la perfección. Cuando se dé una oportunidad completa durante el Reino Mesiánico de Cristo para volver a la perfección íntegra psíquica y moral, la mayoría elegiría aceptar la posibilidad de dirigirse a la justicia. Habiendo aprendido que el pecado es “sobremanera pecaminoso” a través de muchas experiencias inolvidables, trágicas y dolorosas durante los últimos seis mil años, la humanidad, colocada bajo la administración favorable de “un cielo nuevo y una tierra nueva”, se alegrará de caminar de forma en que puedan servir al Padre celestial en justicia, en paz y en fidelidad. —Rom. 7:13; 2 Ped. 3:13; Isa. 2:2-4.

EL SISTEMA DE LA IGLESIA FALSA TAMBIÉN LIMITADO

Durante los siglos de la Edad Evangélica, cuando el sistema de la iglesia falsa sostenía Europa y sus monarquías en su agarre de muerte, la verdadera intención de Satanás era ejercitar su poder para “quebrantar a los santos del Altísimo.” —Dan. 7:25; 2 Tes. 1:4-12). El mensaje es claro en Daniel, Tesalonicenses y en Apocalipsis: Dios planeó permitir que ese poder continuara sólo por un periodo de tiempo limitado. Durante ese período de prueba los verdaderos seguidores del Señor se preguntaron: “¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?” —Apoc. 6:10). Si se había permitido que esta experiencia continuara por más tiempo de lo que era, pareciera que todos los santos se hubieran “quebrantado”—completamente destruidos por el poder de persecución de Satanás.

Sin embargo, después de muchos siglos largos de amarga persecución de los santos, permitida por Dios para poner a prueba a su verdaderos santos en el crisol de la prueba, un líder entró en escena en Europa que tenía ciertas cualidades que el Señor podría utilizar para poner fin al “quebrantamiento” de los santos. Este nuevo líder, Napoleón, era ambicioso y quería convertirse en un militar que gobernaría al mundo entero. Durante el breve espacio de tiempo en que hizo grandes progresos para alcanzar su objetivo fue a través de él que Dios puso fin a la persecución de la iglesia falsa. El revelador nos dice además que pronto será completamente destruida y será vengada “la sangre de sus siervos.” —Apoc. 19:2). La pregunta “¿Hasta cuándo… no juzgas y vengas nuestra sangre?” se contestará en verdad. Aquí de nuevo se expresará el poder y el control de Dios sobre todas las cosas: El ha puesto “puertas y cerrojos.”

LÍMITES AL “TIEMPO DE ANGUSTIA”

En cuanto a la severidad del tiempo de angustia en el que estamos viviendo actualmente, nos encontramos con que opera el mismo principio también. En Mateo 24:21-22 leemos, “Habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.” El Señor está permitiendo las olas enojadas de disturbio mundial, guerras y rumores de guerras, calamidades económicas, disturbios políticos, terrorismo, delincuencia, las drogas y la enfermedad hasta engullir casi por completo toda la tierra, llevándole al borde del desastre total. Él dice: “Si aquellos días no fuesen acortados”. En efecto, excepto por los límites, las puertas y los cerrojos, establecidos por Dios mismo, el hombre se lanzaría por el precipicio de la destrucción eterna. Sin embargo, el Señor calmará el mar—la tormenta del conflicto y la pasión humanos—diciendo: “Calla, enmudece.” —Marcos 4:39

A causa de los elegidos aquellos días serán acortados. “Así dijo Jehová: En tiempo aceptable te oí, y en el día de salvación te ayudé; y te guardaré, y te daré por pacto al pueblo, para que restaures la tierra, para que heredes asoladas heredades.” —Isa 49:8). Aunque los elegidos—el Cristo, cabeza y cuerpo—intervendrá para evitar la aniquilación total de la humanidad y de su hogar terrestre, van a heredar una heredad “asolada”. Sin embargo, la Tierra permanece para siempre. —Ecl. 1:4). Será la herencia de la iglesia y tendrán el privilegio de “restaurar la tierra”, para devolverla a la perfección original disfrutada por Adán y Eva en el Jardín del Edén.

La “gran tribulación” de la que habla Jesús es también de especial trascendencia para la nación de Israel, el pueblo elegido de Dios “por el amor de los padres” —Rom. 11:28). Con respecto a los que vienen contra Israel Dios dice a través del profeta: “Y subirás contra mi pueblo Israel como nublado para cubrir la tierra; será al cabo de los días, y te traeré sobre mi tierra para que las naciones me conozcan cuando sea santificado en ti, oh Gog, delante de sus ojos… En aquel tiempo, cuando venga Gog contra la tierra de Israel, dijo Jehová el Señor, subirá mi ira y mi enojo… Y seré engrandecido y santificado, y seré conocido ante los ojos de muchas naciones; y sabrán que yo soy Jehová.” —Eze. 38:16; 18 y 23). Una vez más es cierto: “Hasta aquí llegarás, pero no más allá; aquí se detendrá el orgullo de tus olas.” Cuando el Señor entre en la batalla para salvar a Israel de la destrucción total y pelee por ellos “como cuando peleó en el día de la batalla”, las fuerzas de Gog y de todas las naciones que vendrán contra él serán detenidas. Serán impotentes contra Dios.

VISIÓN POR UN TIEMPO SEÑALADO

El profeta Habacuc escribió estas palabras hace muchos siglos: “Y Jehová…dijo: escribe la visión y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella. Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin y no mentirá; aunque tardare, espéralo; porque sin duda vendrá, no tardará.” —Hab. 2:2,3). La gran visión que inspiró a todos los santos profetas de Dios desde el principio del mundo—el establecimiento del reino de Cristo sobre la tierra—ha parecido tardar. ¿Por qué?

Dios tiene una razón para esta “tardanza.” Esta edad debe continuar hasta que se haya completado el trabajo diseñado por él. Entonces dirá: “Hasta aquí,… pero no más allá”. La Edad Evangélica continuará hasta la finalización del Cristo, cabeza y cuerpo, y la culminación del tiempo de angustia en el Armagedón. Luego, el establecimiento del reino de Cristo aquí en la tierra es el anuncio de una nueva era: la Era Mesiánica. Aunque parezca tardar, hemos de esperarlo pacientemente. En realidad, “no tardará,” sino que nos traerá todas las alegrías y bendiciones de la vida: la paz, la salud y la felicidad que el corazón humano perfecto pueda desear.

NUESTRAS PRUEBAS TAMBIÉN LIMITADAS

En nuestras experiencias personales hay muchas pruebas de un tipo u otro que el Señor permite que suframos para modelar nuestro carácter. Dios determinará por nuestras reacciones si estamos preparados para el lugar que tiene en mente para nosotros en el Reino o si necesitamos aún más lecciones u orientación a lo largo de una línea particular. Algunas de estas experiencias se permiten por un corto periodo de tiempo mientras que otras son de más larga duración según nuestras necesidades. Esta es la medida usada por Dios para determinar qué ensayos y pruebas son necesarios para poderlos soportar. Cuando nuestra necesidad y el propósito de Dios se hayan cumplido y satisfecho podemos estar seguros de que el alivio vendrá a nosotros: “Hasta aquí,… pero no más allá” es la promesa de Dios a sus hijos elegidos.

Cada creyente consagrado es un bien preciado para el Señor y trabaja con él de forma individual. De hecho, también trabaja con nosotros como ecclesias de su pueblo mientras nos reunimos para rendirle culto en nuestras diferentes reuniones y convenciones, derramando su Espíritu Santo de la verdad, revelándonos más de su Palabra e inspirándonos a un mayor amor y buenas obras. —Heb. 10:23-25). Sin embargo, la base sobre la cual, en definitiva, haremos firme nuestro llamamiento y elección individuales es la fidelidad a nuestro voto de consagración.

Dios adapta nuestras pruebas y ensayos de acuerdo con las necesidades individuales. Al igual que un constructor da forma a una piedra o a un trozo de madera para colocarlo en un lugar específico de la casa que está construyendo, así Dios tiene un lugar concreto para cada uno en su “templo.” —1 Cor. 3:16). Un carpintero o un albañil no forman al azar un trozo de material para, después, buscar un lugar donde quepa. Más bien, lo corta, le da forma, lo lija y lo pule, o lo talla y lo labra de tal forma que encaje perfectamente en el lugar destinado.

A veces nuestras pruebas pueden parecer tan opresoras y difíciles de soportar, pero si recordamos que están dándosenos forma para el uso del Maestro y para su magnífico designio, tendremos la fortaleza necesaria para ser sumisos y aprender las lecciones que tiene para nosotros la experiencia. A veces nos quejamos, aunque más internamente, sube nuestro clamor: “¿Hasta cuándo, oh Señor?” Que tomemos consuelo en la promesa de Dios: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.” —1 Cor. 10:13

Nuestro sabio Padre celestial decide—y sus decisiones son perfectas—cuándo nuestras pruebas han logrado el desarrollo del fruto pacífico de la justicia y de perfección de carácter que él busca en cada Nueva Criatura. El gran Dios del universo, que tiene todo bajo su control, está dirigiendo cada una de nuestras experiencias diarias. Nunca se les permitirá ir tan lejos como para que el individuo se vea perjudicado por ellas. Sólo “hasta aquí” se permitirá nuestro sufrimiento y “no más allá”. Cuán valioso es este pensamiento para aquellos cuyas mentes y cuyos corazones están alojados en el Señor. —Isa. 26:3.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba