ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 23 de noviembre

La Transformación Continua

Versículo Clave: “Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
—Hechos 2:38

Escritura Seleccionadas:
Ezequiel 47:13-23

ESTA LECCIÓN tiene la intención de ser, en parte, una continuación de los asuntos considerados en el estudio de la semana pasada. El fondo bíblico para nuestro tema también viene de Ezequiel y analiza las fronteras terrestres que serán alcanzadas por la nación de Israel durante el reino.

En el actual conflicto entre Israel y los árabes, ha habido denuncias y contradenuncias respecto a quién es el propietario legítimo de la tierra. En la Biblia se nos da una descripción de los derechos de propiedad de la tierra para la simiente de Abrahán, y también se nos dice tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento que: “En Isaac te será llamada descendencia.” —Gen. 21:12; Rom. 9:7; Heb. 11:17,18

Llegando al final de su vida, Moisés habló a Israel en cuanto a la posesión de la tierra, diciendo: “Volveos e id al monte del amorreo y a todas sus comarcas, en el Arabá, en el monte, en los valles, en el Neguev, y junto a la costa del mar, a la tierra del cananeo, y al Líbano, hasta el gran río, el río Eufrates. Mirad, yo os he entregado la tierra; entrad y poseed la tierra que Jehová juró a vuestros padres Abraham, Isaac y Jacob, que les daría a ellos y a su descendencia después de ellos.” —Deut. 1:7,8

Será necesario que tanto los judíos como los gentiles entren en armonía con las exigencias del Nuevo Pacto en el reino de Dios. Además, todos deben convertirse en “israelitas verdaderos” para alcanzar la vida eterna en aquel entonces. Siendo esto el caso, es posible que la forma precisa en la cual el presente conflicto con respecto a las cuestiones relativas a las fronteras en el Medio Oriente se resuelve en armonía con los versículos susodichos no se pueda discernir totalmente en este momento.

Sin embargo, el glorioso resultado de la intervención divina en los asuntos del hombre para crear y mantener la paz se predice claramente en las Escrituras. “Y él juzgará entre muchos pueblos, y corregirá a naciones poderosas hasta muy lejos; y martillarán sus espadas para azadones, y sus lanzas para hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente; porque la boca de Jehová de los ejércitos lo ha hablado.” —Miq. 4:3,4

A diferencia de nuestras Escrituras antecedentes, en las que se describen algunas de las características de la fase terrenal del reino de Dios, el versículo clave se enfoca en los privilegios del discipulado durante la presente Edad Evangélica. Empezando con aquellos judíos en el día del Pentecostés que se arrepintieron de sus pecados y aceptaron a Cristo como su Salvador, los seguidores consagrados del Cordero han seguido recibiendo el Espíritu Santo, engendrados como nuevas criaturas en Cristo y partícipes de una herencia celestial. A medida que esta clase sacerdotal se desarrolla ahora, todos los que han sido aceptados como miembros del cuerpo de Cristo pueden atestiguar la influencia fortalecedora del Señor en sus vidas, a medida que espera la finalización de su esposa.

Ojala que cada creyente consagrado sea espoleado a mayor fervor en su camino de sacrifico por la gloriosa promesa: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.” —Apoc. 20:6



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba