EVENTOS SOBRESALIENTES DEL ALBA

Ganar la Elección de Dios

“Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.” —2 Pedro 1:10

CADA AÑO los ciudadanos de Estados Unidos van a las urnas a principios de noviembre para participar en la elección de los distintos funcionarios del gobierno y para votar numerosas propuestas, enmiendas y cosas por el estilo, que se han puesto en la papeleta de votación. No incluye este año una elección presidencial, sin embargo, se votarán el día de las elecciones cientos de escaños del congreso, muchos puestos para gobernador del Estado y miles de otros puestos estatales y locales.

Las elecciones de nuestros funcionarios del gobierno, incluidas las elecciones presidenciales han tenido lugar desde el año 1789, hace doscientos veinticinco años. Nuestro texto de apertura señala que Dios también ha participado en una “elección”, la de aquellos a los que ha “llamado” a seguir los pasos de su hijo Jesús. Ésta se lleva a cabo desde hace casi dos mil años y creemos que su plena realización está al alcance de la mano. Así pues, nuestro tema, “Ganar la Elección de Dios” debería llamar particularmente nuestra atención. El testimonio de la Biblia es que antes del establecimiento del reino de Cristo sobre la tierra Dios enviaría a sus ángeles a recoger sus “elegidos”. Esta clase electa, declaran las Escrituras más adelante, llegará a ser coheredera con su amado Hijo, Jesucristo, en el gran y glorioso reino diseñado para bendecir a todas las familias de la tierra. —Mat. 24:31; Rom. 8:17

Convertirse en colaboradores de nuestro amado Maestro en el Reino será sin lugar a dudas el más maravilloso privilegio ofrecido nunca a nadie. Por lo tanto, aunque no hay ninguna elección presidencial este año es, sin embargo, beneficioso, creemos, comparar y contrastar la elección de uno al puesto más alto en la tierra y la de un cristiano presentándose como candidato en la elección de Dios.

Cuando se piensa en el gran propósito de la elección a la que se nos ha llamado debemos ser conscientes del extraordinario privilegio que se nos ha dado. Nada más grande se ha ofrecido antes de este período de la Edad Evangélica, y esta invitación no se repetirá nunca más. Hemos sido designados para ayudar a restaurar el dominio perdido de Adán, tomado de él cuando cayó de la gracia hace mucho tiempo en el Jardín del Edén. Puesto que hemos recibido esta gran y honrada invitación debemos “despojarnos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.” —Heb. 12:1

Por medio de mucha sobriedad de mente debemos tener siempre delante de nuestra visión espiritual las medidas a adoptar para garantizar que, en última instancia, seremos miembros de esta clase elegida. Para “ganar” nuestra elección a la clase descrita se requiere que debemos ser de los que el Apóstol Juan menciona como “llamados y elegidos y fieles.” (Apoc. 17:14) Con esto a la vista, veamos ahora lo que podemos aprender de la analogía de nuestro título.

CONVENCIONES CELEBRADAS

Cuando los partidos políticos de este país celebran convenciones nacionales para nominar a los candidatos presidenciales se presume que después de todos los debates, el podio haya sido eliminado de la sala de la convención y todas pancartas y globos se hayan ido, los delegados vayan a lo largo y ancho de los Estados para aprovecharse del impulso y del entusiasmo generado durante las sesiones de la convención. Es su deseo y esperanza de que todo lo que ellos habían planeado y discutido juntos con entusiasmo en la convención les ayudará a obtener el codiciado premio de la victoria en noviembre, al celebrarse las elecciones.

Los Estudiantes de la Biblia también se agrupan en convenciones. Estas reuniones no se diseñan por frivolidad, sino que son graves momentos de refrigerio. A medida que bebemos profundamente en las fuentes de la verdad de Dios, somos consolidados, fortificados y asistidos hacia la conclusión con éxito de nuestra carrera celestial. Encontramos estas asambleas muy emocionantes ya que nos alegramos juntos como miembros de la familia de Dios, gozando de las preciosas palabras de la verdad y disfrutando de la santa comunión unos con otros. Al recibir instrucción divina estamos inmersos en reflexión e introspección. A nuestro juicio esa alegría supera mil veces al placer que los hombres encuentran en envolverse en la elección de un candidato presidencial en una convención.

En el caso de los Estudiantes de la Biblia y de las convenciones de los partidos políticos, estos eventos son sólo un paso para eventualmente ganar la elección en la que el candidato está en marcha. Por tanto, es conveniente que nos fijemos en una serie de aspectos adicionales referidos a este tema a medida que comparamos y contrastamos la elección de un jefe de gobierno terrenal, elegido para servir en ese puesto por cuatro años, y la elección de la clase que se asocia con Jesucristo en la obra de su reino, que reinará con él para siempre.

ENTRANDO EN LA CARRERA

Para el aspirante político, se lleva a cabo gran fanfarria en el momento en el cual los candidatos anuncian que van a entrar en la carrera por el cargo más alto en el país. Se celebra una conferencia de prensa para que el mundo entero, sobre todo nuestra propia nación, pueda oír la declaración del candidato que aspira al puesto del Presidente. Hasta el momento en que se realiza la elección es necesario mantener el nombre del nominado en las noticias de una manera positiva. El candidato debe mantener un alto perfil para que la gente se familiarice con sus intereses y objetivos. Los anuncios políticos se ejecutan en la televisión y en la radio con el fin de impulsar su carrera y promover su plataforma de campaña.

La decisión de un seguidor de Cristo para entrar en la carrera espiritual es muy diferente. Se nos ha llamado a correr para este alto cargo basado en nuestro deseo de buscar la justicia. No estamos satisfechos con nuestra situación actual. Sentimos la falta de facilidad con nuestra condición pecaminosa y nos dirigimos al Señor por ayuda. Comenzamos un estudio reverente de la Santa Palabra de Dios y encontramos que las verdades bíblicas satisfacen nuestros corazones como nada más puede hacerlo. Mientras el Padre sigue atrayéndonos y nosotros nos acercamos a él, recibimos el llamamiento de Dios para el gran premio. (Juan 6:44; Santiago 4:8; 1 Cor. 1:9) Si aceptamos el llamamiento mediante una consagración plena y sin reservas a la voluntad de Dios, entonces, a continuación, testificamos de nuestra decisión de servir a Dios por inmersión en el agua como manifestación a los otros creyentes consagrados de que ahora somos parte de la clase que busca el camino celestial.

NUESTROS OPONENTES

El candidato político tiene muchos detractores. Todo el mundo y cualquiera que se interponga en su camino de ganar las elecciones y de alcanzar la presidencia están en la oposición. En un principio la atención se centra en eliminar a todos los contendientes dentro de su propio partido en particular. Una vez que se haya llevado a cabo esto, la energía se dedica a derrotar al abanderado de la oposición.

Los opositores al pueblo del Señor, aquellos que buscan ganar elección de Dios, están claramente definidos en la Biblia: son el mundo, la carne y el Adversario. Pablo nos amonesta: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Rom. 12:2) Nos sentimos alentados por el mismo apóstol, tanto por sus palabras como por su ejemplo, a la guerra contra nuestro enemigo: la carne. Dijo: “Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.” —1 Cor. 9:27

El Apóstol Pablo indica que el Adversario, Satanás, es nuestro más formidable oponente. Nos dice: “Vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar.” (1 Ped. 5:8) No sólo Satanás es muy poderoso, él usa también tanto el mundo como nuestra carne caída como herramientas para hacernos tropezar en cada oportunidad. No debemos subestimar nunca a este retorcido y astuto enemigo puesto que, a menos que confiemos en la ayuda todopoderosa de Dios, él nos vencerá pues no está a su altura nuestra propia fuerza.

A medida que la nueva criatura guerrea contra el mundo, la carne y el Adversario, tenemos la gran tarea de mantener nuestra propia nueva voluntad en una posición de ascendencia y la vieja voluntad muerta. Debemos mortificar las obras de la carne, debemos evitar que renazca el hombre viejo y nos controle. Además, una de las características de nuestra marcha en esta carrera es que somos asistidos en hacer firme nuestra “vocación y elección” al ayudar a otros a hacer lo mismo. El aspirante presidencial, por el contrario, no tiene intención de ayudar a nadie, pues ve como sus rivales principales, los otros candidatos para el mismo cargo.

GANANDO EL APOYO DE LA GENTE

El candidato presidencial viaja a lo largo y ancho de nuestro país con el fin de obtener el apoyo de la gente. El plan de organización es poder visitar tantos lugares como se puedan para llegar al mayor número posible de personas en el breve periodo de la carrera electoral. En ciudades y zonas que no pueden visitarse, oficinas son establecidas por una red de simpatizantes para convencer a los ciudadanos de la región para votar por su candidato el día de las elecciones.

Nosotros, como “rebaño pequeño” de los seguidores de Jesús, no buscamos el apoyo del mundo en general, sino seguimos su ejemplo y sus pasos. Así leemos: “Por lo cual también Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre, padeció fuera de la puerta. Salgamos, pues, a él, fuera del campamento, llevando su vituperio.” —Heb. 13:12, 13

Todavía estamos en este mundo, pero no somos del mundo ni de su espíritu de orgullo ni de su egoísmo. También reconocemos que, aunque debemos realizar nuestro servicio a Dios en relación con las cosas espirituales, sin embargo, “tenemos este tesoro en vasos de barro.” (2 Cor. 4:7) A diario estamos en contacto con las cosas del mundo y con la influencia de nuestra propia carne caída, que nos contaminan. Si somos fieles en el cumplimiento de nuestro curso sacrificial, resistiendo a estas influencias, después seremos agradables al Padre celestial.

Nuestro sacrificio y nuestra devoción pueden traernos vergüenza en el mundo, como sucedió a Jesús y a sus apóstoles. El mundo de la humanidad no apreciará que uno dedique la vida misma al servicio de Dios. A menudo la gente cree que lo nuestro es locura, una vida inútil. Sin embargo, podemos alegrarnos sabiendo que los mismos reproches cayeron sobre el Maestro de la misma manera y por las mismas razones.

PERÍODO DE TIEMPO DE LA CARRERA

Un candidato a la presidencia podrá declarar formalmente su intención cada cuatro años dentro de un límite de tiempo especificado regido por las leyes de nuestra nación. En contraste con esto, se les dice a las personas que se incorporan al hipódromo cristiano que toda la Edad Evangélica es “el año agradable”, dirigido al “premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” (Lucas 4:19; Fil. 3:14) Individualmente, por supuesto, estamos limitados por la duración de nuestra propia vida. Es durante este período que debemos tratar de realizar nuestro llamamiento y nuestra elección como cosacrificadores del Hijo amado de Dios, el primero en recorrer este camino hace casi dos mil años.

Una vez que la “elección” del plan del Padre celestial llegue a su conclusión, no se repetirá nunca. “Las que estaban preparadas entraron con él… y se cerró la puerta.” (Mat. 25:10) Esto indica el final de la posibilidad de presentarse para el cargo del “supremo llamamiento de Dios”. Por tanto, tenemos que ser espoleados a mayor fervor y celo en la realización de su voluntad, de manera que no perdamos esta maravillosa oportunidad. —Jer. 8:20

CALIFICACIONES ESPECIFICADAS

Los aspirantes a la presidencia tienen unos requerimientos muy específicos que deben cumplirse: han de tener por lo menos treinta y cinco años de edad, ser ciudadano natural de nuestro país y se les exige haber sido residente en Estados Unidos por lo menos catorce años.

Los requisitos de los candidatos al supremo llamamiento también son específicos, pero muy diferentes. Son exigentes, pero no en el sentido de la edad, lugar de nacimiento o residencia. Los seguidores de los pasos de Cristo han sido “redimidos para Dios con [la] sangre [de Cristo], de todo linaje y lengua y pueblo y nación.” (Apoc. 5:9) Note las palabras de Jesús sobre la cualificación para la candidatura: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mat. 16:24-26) Estas condiciones deben seguir cumpliéndose a través de toda nuestra vida puesto que esta carrera electoral termina sólo con el fin de nuestra última respiración.

RECOMPENSA PROMETIDA

El candidato que logra la elección a la presidencia de Estados Unidos recibe gran honor de los hombres. Será considerado por millones de personas como el “líder del mundo libre”; será la cabeza de lo que la mayoría considera la nación más poderosa de la tierra. Lo más probable es que se le busque a lo largo y ancho del mundo por su consejo y sabiduría, como los dirigentes de todas las naciones buscan soluciones a los muchos problemas desconcertantes que aquejan nuestro planeta. En algunos casos se le llamará por apoyo militar para calmar las crisis mundiales, como ha ocurrido en los decenios recientes en el Medio Oriente, muchos de los cuales continúan en este mismo momento.

Sin embargo, lamentablemente, se ha demostrado una y otra vez que cualquier nuevo presidente y su administración, como miembros de la raza humana caída, al igual que sus predecesores, no tienen poder para mejorar la escena mundial en grado apreciable. A pesar de los más nobles esfuerzos sabemos que este “presente siglo malo” se encuentra bajo el dominio de Satanás, el “dios de este siglo.” (Gal. 1:4; 2 Cor. 4:4) Como resultado de ello, sin la verdadera y duradera ayuda de Dios no pueden encontrarse soluciones duraderas para los problemas que afligen a la humanidad. Por tanto, vamos a encontrarnos con que en la medida en que Satanás continúe como gobernante de este mundo, y a pesar de que cada cuatro años un nuevo aspirante aumente e intensifique sus esfuerzos y declare que va a solucionar los constantes y crecientes problemas de la humanidad, no habrá soluciones verdaderas y duraderas.

Qué panorama tan diferente es el retratado sobre quienes ganan las elecciones de Dios. Así leemos sobre los santos vencedores: “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad en éstos; antes serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.” Esta será la parte de los candidatos que hacen firme su elección. Los resultados gloriosos del nuevo gobierno son vívidamente descritos por el Revelador. Narra un “cielo nuevo y una tierra nueva”, la verdadera solución a los problemas del mundo, en la que “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” —Apoc. 20:6; 21:1-4

El maravilloso privilegio de administrar y dirigir este gran y justo gobierno junto con nuestro Señor Jesucristo será nuestra recompensa si somos fieles hasta la muerte. “Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida.” (Apoc. 2:10) La “corona de la vida” incluirá la sabiduría para ayudar a guiar una administración como el reino de Cristo. También incorporará la posibilidad de aplicar los cambios necesarios para lograr los objetivos de la “plataforma” del plan de Dios para la “restauración de todas las cosas.” —Hechos 3:21

ASISTENTES A LA NUEVA ADMINISTRACIÓN

El nuevo presidente tiene un vicepresidente, un gabinete y muchos funcionarios a fin de que le asistan en la administración del gobierno. A las personas con talentos peculiares en los más variados campos se les coloca en posiciones claves, tanto para acelerar las reformas y los cambios como para llevar a cabo las funciones diarias en el puesto de la presidencia.

En el caso de nuestro amado Jefe, Jesús, que será el jefe del ejecutivo en este nuevo orden, esto será similar. Leemos en las palabras del Salmista: “Toda gloriosa es la hija del rey [los fieles seguidores de Jesús en la gloria]… de brocado de oro es su vestido. Con vestidos bordados será llevada al rey; vírgenes irán en pos de ella, compañeras suyas serán traídas a ti. Serán traídas con alegría y gozo; entrarán en el palacio del rey. En lugar de tus padres serán tus hijos, a quienes harás príncipes en toda la tierra.” —Sal. 45:13-16

La Gran Compañía o “Multitud”, las “compañeras” de los que habla David, así como los “príncipes en toda la tierra” y los fieles Beneméritos de la Antigüedad no estarán ociosos durante los mil años del reinado de Cristo. Van a compartir una parte en la administración del gobierno, el cual guiará, dirigirá, ayudará y elevará a la humanidad a la perfección. —Apoc. 7:9; Heb. 11:1-40

CONSIGUIENDO LA VICTORIA

El candidato presidencial exitoso debe hablar y proclamar aquellas cosas que suenan bien al oído con el fin de tener alguna esperanza de obtener victoria. Debe convencer a la gama más amplia del electorado de que hay algo en sus ideas de que les beneficiará personalmente. Debe atraerse a los residentes en los estados con mayor representación en el Colegio Electoral para que el candidato pueda estar seguro de lograr una mayoría de los votos. Al emitirse y repartirse las papeletas se declara ganador de las elecciones al candidato que ha sacado el número necesario de votos en el Colegio Electoral. Muy a menudo, lamentablemente, una vez elegido el nuevo presidente ya no se siente obligado o no puede, realmente, llevar a cabo las promesas en que se basó su campaña.

La victoria para los seguidores de Cristo es muy diferente: “¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño. El recibirá bendición de Jehová, y justicia del Dios de salvación.” (Sal. 24:3-5) El desarrollo de la pureza y todos los frutos y gracias del Espíritu es esencial si queremos lograr la victoria.

RETIRADA DE LA CARRERA

En el caso de un candidato a la presidencia no se hace daño si por alguna razón decide retirarse después de haber proclamado su candidatura. De hecho es un fenómeno común. Como seguidores consagrados de Cristo, sin embargo, debemos de perseverar en la carrera a pesar de todos los obstáculos, de la persecución, de las dificultades o del juicio. Es un camino difícil y estrecho el que seguimos. El Apóstol Pablo reconoció con confianza: “Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” —Rom. 8:38-39

Sabiendo esto no vamos a “desechar, por lo tanto…, [nuestra] confianza” en su poder salvador, ya que “si retrocediere, no agradará a mi alma.” En su lugar Pablo continúa: “No somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.” —Heb. 10:35, 38-39

RESPONDIENDO A LOS ATAQUES

En casi todos los casos el candidato a la presidencia ya sea directamente, a través de sus más notables seguidores, o por anuncios políticos, responde a los ataques. Muchas veces se emplean tres métodos. Se hace un intento de presentar a su oponente bajo una luz aún más desfavorable y denigrarlo de cualquier manera posible. En realidad, el candidato hará casi cualquier cosa necesaria para obtener la victoria, sin detenerse prácticamente en nada con tal de lograr su objetivo: Públicamente podría indicar que no se rebajaría al nivel de su opositor; en secreto, sin embargo, la mayoría de las veces da la aprobación tácita a sus asesores, expertos en desarrollar publicidad degradante o crear declaraciones despectivas, para dibujar una imagen negativa de su opositor.

Como miembros de la Nueva Creación debemos conducirnos exactamente lo contrario con el fin de ganar la elección de Dios. Seguimos el ejemplo del Maestro. De él se dice que no “hizo pecado, ni se halló engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente.” (1 Ped. 2:22-23) Ese debe ser nuestro curso como seguidores de las huellas de Jesús; no debemos “hablar mal de nadie.” (Tit. 3:2) Esto es especialmente cierto en lo que se refiere a otros que luchan por la misma elección. Pablo dice: “Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.” (Rom. 8:1) Todas las personas que están en esta carrera están cubiertas con el manto de la justicia de Cristo, que esconde los defectos e imperfecciones. Nunca debemos responder a esta clase de acusaciones hechas contra nosotros, ya que el apóstol continúa: “¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará?” —vss. 33 y 34

EVALUACIÓN DE LOS PROGRESOS EN LA CARRERA

Debemos recordar que la consecución de cualquier objetivo terrenal requiere una evaluación a intervalos regulares de los progresos alcanzados hasta la fecha. De esta forma podemos modificar aquellos planes que deban cambiarse para alcanzar nuestro objetivo final. ¡Cuán importante es esto para el pueblo de Dios! Es necesario para nosotros hacer el inventario de nuestro estado para determinar cuánto estamos logrando en la consecución de los principios de la verdad y de la justicia que hemos abrazado.

Al comenzar cada día, con el fin de lograr el máximo beneficio para nuestras actividades, hemos de evaluar cuánto crecimiento espiritual está teniendo lugar en nuestras vidas. La verdad no es una religión de “hablar”, sino una de “hacer”. Antes de ofrecer nuestras plegarias matinales a Dios, de meditar nuestros estudios devocionales y de hablar de la verdad con los demás, debemos examinar nuestro corazón y nuestra mente para determinar la dirección en la que vamos y los progresos que estamos realizando por el camino.

Le ofrecemos unas cuantas preguntas a las que debemos dar nuestra propia respuesta para que nos ayuden a determinar si estamos avanzando en la dirección correcta, si estamos estancados, o si posiblemente estamos retrocediendo en nuestro camino espiritual. Confiamos en que este tipo de introspección nos permita llevar nuestro rumbo en la vida más en línea con lo que sería agradable a nuestro Padre Celestial:

Si nuestras respuestas son afirmativas podemos sentirnos seguros de que estamos en el camino correcto. Nuestra campaña tiene una firme y buena plataforma. Con fe en Dios y con las manos en él, en verdad, podemos hacer firme nuestra “vocación y elección”. Si seguimos confiando en él hasta el final tendremos, sin duda, el privilegio—con nuestro Señor y Maestro, Cristo Jesús—de inaugurar un gobierno eterno de paz, salud, vida, alegría y justicia. Su reino traerá bendiciones a todas las personas y gloria a nuestro gran Dios. Sea alabado por siempre y para siempre. ¡Amén!



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba