ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 14 de septiembre

Restauración

Versículo Clave: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.”
—Jeremías 31:31

Escritura Seleccionadas:
Jeremías 31:31-37

ES EL PLAN DE DIOS para la humanidad que a cada uno se le da una oportunidad de restauración a todo lo que fue perdido cuando nuestros primeros padres pecaron—perfección de salud y de vida, dominio sobre la tierra, y comunión y favor con Dios. El Apóstol Pedro habló de este tiempo prometido como un período “de la restauración de todas las cosas,” diciendo que había sido anunciado “por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.” —Hechos 3:21

Uno de los profetas fieles de Dios, Jeremías, habla de este tiempo de restauración venidero en los versículos de la lección de hoy. Estas palabras se enfocan particularmente en Israel y Judá. Sin embargo, como hemos notado previamente (véase la lección del 7 de septiembre), ellas de muchas formas son “típicas” de toda la humanidad. La nación judía era un pueblo bajo una relación de pacto con Dios. Ellos se pusieron en aquella posición cuando se acordaron y prometieron guardar la ley de Dios después de que ésta se les presentó. Hablando por medio de Moisés, Dios había dicho, “Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos.” Respondiendo a esto, “todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo.” —Ex. 19:5,8

Debido a que la ley de Dios es perfecta, y ninguno en Israel podría alcanzar un estándar tan alto, la nación judía no era capaz de guardar los términos de su pacto con Dios. El profeta Jeremías escribió acerca de esto, diciendo, “ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.” (Jer. 31:32) Sólo Jesús, “nacido de mujer y nacido bajo la ley” del pacto, era capaz de guardar los términos del acuerdo de Israel con Dios perfectamente. (Gál. 4:4) Al hacerlo, y por el sumamente importante paso adicional de morir como el Redentor del hombre, Jesús anuló “el acta de los decretos que había contra” Israel, “quitándola de en medio y clavándola en la cruz.” —Col. 2:14

Esta obra de nuestro Señor en su primer advenimiento hizo posible los acontecimientos que sucederán pronto durante el reino del Mesías. Habiendo redimido a Israel de la “maldición de la ley,” y a toda la humanidad de la “maldición” pronunciada en Edén, el fundamento fue colocado para “un nuevo pacto” que se concluirá con el pueblo de Dios—Israel y Judá—y por extensión, con todos “en Adán.” (Gál. 3:13; Gén 3:17; Apoc. 22:1-3; 1 Cor. 15:22)

Nuestro Versículo Clave habla proféticamente de este nuevo pacto, y los versículos que siguen añaden estas palabras importantes, “Este es el [nuevo] pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.” —Jer. 31:33, 34

El Nuevo Pacto, atestiguado también por Pablo (véase Heb. 8:6-12), será la ley del reino del Mesías, bajo la cual Israel y todas las familias de la tierra serán restauradas a lo que fue perdido en Edén. En efecto, Jesús “vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.” —Lucas 19:10



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