ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA |
Lección Seis
Una Comunidad Perdona
Versículo Clave: “Y al que vosotros perdonáis, yo también; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho en presencia de Cristo.” Escritura Seleccionadas: |
UNO DE LOS principios bíblicos más difíciles de apreciar plenamente es la conveniencia de ofrecer perdón a un hermano o hermana que ha errado después de su arrepentimiento. “Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale.” —Lucas 17:3, 4
El propósito de esas reprensiones de las cuales habla el Maestro en estos versículos no es de humillar a los errados o de abandonarlos para siempre. Más bien, se trata de conseguir el arrepentimiento deseado del individuo con la esperanza de recuperarlo a la comunión con el Señor y con sus hermanos.
En esta lección Pablo escribe a los hermanos en Corinto explicando que su visita planeada para verlos no tuvo lugar debido a que no deseaba causarles dolor al reprenderlos por haber tolerado anteriormente mala conducta en medio de ellos. Su deseo era que los hermanos recibieran esta carta, no con el fin de causarles dolor, sino que debiera considerarse como prueba de que el estándar de la justicia sincera debe prevalecer en todas sus acciones. —2 Cor. 2:1-4
Pablo continúa: “Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí solo, sino en cierto modo (por no exagerar) a todos vosotros. Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos.” (vss. 5, 6) Los creyentes de Corinto aparentemente había excomulgado al infractor de su asamblea. Habiendo hecho esto, sin embargo, Pablo recuerda también a los hermanos en cuanto a la necesidad de restaurar a tal persona a la comunión tras su contrición de corazón y el arrepentimiento. —vss. 7-9
En nuestro versículo clave, Pablo quería que los hermanos de Corintio se dieran cuenta de que debido a su obediencia a los requisitos bíblicos en este asunto, él ahora está en plena armonía con ellos. Si había algo que perdonar, por su propio bien y de acuerdo con la manera en la cual Cristo consideraría el asunto, él lo ha hecho.
Satanás siempre está dispuesto a atrapar a los creyentes con su astucia. En una situación como la que acaba de describirse, él estaría muy feliz si los hermanos tolerasen el pecado en su congregación. Si él falla en realizar esto, el Adversario estaría satisfecho con abrumar al pecador arrepentido con dolor sin medida si no fuera restaurado a la comunión. Que seamos conscientes siempre de resistir estos lazos del diablo. —1 Pedro 5:8
Antes de su conversión en camino a Damasco, como Saulo de Tarso, el apóstol era culpable de perseguir a los seguidores de Cristo a pesar de que pensaba que estaba haciendo la voluntad de Dios. Como tal, podría apreciar el otorgamiento de la misericordia y el perdón del Padre tras reconocer el mal que hizo. —1 Cor. 15:9
Dadas nuestras debilidades e imperfecciones, deberíamos estar agradecidos de que nuestro misericordioso Padre Celestial es paciente para con nosotros siempre y cuando sigamos enfocándonos en la obediencia a su voluntad. Nuestro propio perdón de parte de Dios depende de nosotros haciendo lo mismo para los que pecan contra nosotros. —Mat. 6:14, 15