ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Cuatro

Busca el Bien de los Demás

Versículo Clave: “¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación.”
—1 Corintios 14:26

Escritura Seleccionadas:
1 Corintios 14:13-26

AL CONSIDERAR las palabras de nuestro versículo clave, la atención se enfoca en la importancia de reunirse con otros “para edificación”, con el fin de animar y ayudar mutuamente al cuerpo de Cristo. Esto se llama aún más a nuestra atención en estas palabras: “Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.” (Heb. 10:24, 25) Las palabras del versículo 24 del Diaglotón Enfático de Wilson se vierten de la siguiente manera: “Y debemos guardar en mente uno al otro, para una incitación de amor y de buenas obras.”

Estas palabras están dirigidas a aquellos que han entrado en una relación de pacto con Dios. El pensamiento del apóstol es que el deseo de animar uno al otro hacia el “amor y las buenas obras” debería ser el objetivo de la comunión cristiana, y el propósito por el cual se reúnen los seguidores del Maestro. De hecho, no podemos animar uno al otro a menos que estemos reunidos. En otro lugar se nos dice que “Juntadme mis santos; los que hicieron conmigo pacto con sacrificio.” (Sal. 50:5) Aunque la última “reunión” de los santos se celebrará más allá del velo, incluso ahora tenemos el privilegio de asociarse con los de “una fe igualmente preciosa que la nuestra.” —2 Ped. 1:1

Todos necesitamos la ayuda y el ánimo que salen del congregarnos “para edificación.” En Efesios 4:4-6, Pablo nos recuerda del espíritu de la unidad que debe motivar nuestra asociación. Dice primero: “Hay un cuerpo” —Cristo, el cabeza, y nosotros, los miembros de su cuerpo. Hay “un Espíritu” —el Espíritu Santo, que nos guía. Hay “una misma esperanza de vuestra vocación” —la esperanza de ser fieles aun hasta la muerte. Hay “un Señor” —nuestro salvador Cristo Jesús. Existe “una fe” –la fe en el mérito del rescate de Jesús. Hay “un bautismo” —un bautismo o inmersión, en Cristo. Por último, hay “un Dios y Padre de todos” —nuestro amoroso Padre celestial, que es “sobre todos”.

En los versículos anteriores de Hebreos 10:24 25, el apóstol Pablo hace otra declaración importante. Nos dice que nuestra comunión y asociación uno con el otro, con el fin de estimularnos al amor y a las buenas obras, es cada vez más esencial, a medida que vemos que “aquel día se acerca.” Este “día” pueda ser un tiempo en el que el pueblo del Señor, debido a las condiciones en la tierra, no tenga la oportunidad de reunirse. También pueda ser el “día” para cada uno de nosotros cuando, por razones de salud u otras circunstancias, no seamos capaces de reunirnos. Sin importar cuál sea el significado de “aquel día que se acerca”, que participemos activamente ahora en trabajar juntos “para edificación”, recordando la sabiduría de estas palabras: “Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas.” —Ecl. 9:10

Jesús puso un ejemplo perfecto para nosotros en cuanto a nuestra lección. Siempre en su asociación con los discípulos, él trataba de estimularlos de una manera positiva al amor y a las buenas obras el uno hacia el otro y hacia Dios. Que seamos motivados del mismo modo, “Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.” —Fil 2:1, 2



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