ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección Uno

Glorifica a Dios con tu Cuerpo

Versículo Clave: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”
—1 Corintios 6:19

Escritura Seleccionadas:
1 Corintios 6:12-20

EL PADRE CELESTIAL requiere que su pueblo escogido de la edad actual, los seguidores consagrados de Cristo, sean leales constantemente y le amen supremamente. A éstos se les dio una “nueva mente”, que en la actualidad mora en el viejo cuerpo de carne. Este cuerpo es a lo que se refiere en nuestro versículo clave como “el templo del Espíritu Santo”, y debe mantenerse como un santuario. Cada fiel hijo consagrado de Dios, por lo tanto, se considera como una “morada” para el Padre celestial y su hijo Jesucristo, a través del poder e influencia moradores del Espíritu Santo.

Hay ciertos requisitos que deben cumplirse para mantenernos en buen estado de ser la morada de Dios. A medida que deseemos andar en los caminos de Dios, tenemos que mostrar aprecio por su grandeza, comprender nuestra propia insuficiencia sin su guía y, a continuación, mostrar nuestro amor y respeto por su amable ayuda. Tenemos que apartar la mirada de nuestros propios pensamientos y planes, y permitir que nuestra mente se enfoque en la grandeza del carácter de Dios y la sabiduría de sus dictados. Esto hará que tengamos la debida reverencia por el Señor y sus arreglos divinos.

“El temor de Jehová es el principio de la sabiduría.” (Prov. 9:10) La palabra “temor” en este versículo significa “reverencia.” Suprema reverencia a Dios es uno de los elementos claves que se necesita para que su Espíritu habite en nosotros. Ya que este se considera como el “principio” de la sabiduría, esto implica que a medida que crezca nuestra reverencia por Dios, también crecerá nuestra sabiduría, especialmente a medida que lleguemos a conocer más y más de su carácter.

Reverencia es muy importante en nuestros tratos con y nuestro servicio por el Padre celestial. Eso se nos señala en Deuteronomio 10:20, que dice: “A Jehová tu Dios temerás, a él solo servirás, a él seguirás, y por su nombre jurarás.” En otra escritura se nos dice: “Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.” (Ecl. 12:13) Estas palabras muestran la seriedad de llevar una vida que es agradable al Padre celestial. Tal reverencia exige que mantengamos nuestro corazón y nuestros motivos lo más puros como posible. “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.” —Prov. 4:23

Otro punto importante que hay que recordar de nuestro versículo clave es que se habla de nuestro cuerpo desde el punto de vista de una nueva relación en Cristo. Dios ya no considera nuestro cuerpo como el “templo” de la caída carne humana y de sus muchas debilidades y flaquezas. Más bien, nos considera como una “nueva criatura… en Cristo.” (2 Cor. 5:17; Gal. 6:15) Para alcanzar esta condición, Dios ha hecho provisión que nuestra carne caída sea “rode[ada]… del manto de justicia [de Jesús]. —Isa. 61:10

El hecho de que estamos “rodeados” del manto de justicia del Salvador de ninguna manera significa que no tenemos nada más que hacer. Debemos llevar nuestra vida de una manera que sea compatible con el carácter de Jesús—Aquel por quien hemos sido cubiertos con el mérito de su sangre. Tenemos que amar a Dios con todo nuestro corazón, mente y fuerza. Nuestro tiempo, talentos, influencia, medios, y todo lo que tenemos, pertenece a Dios, para utilizarse a su honra y gloria. También debemos “amarnos unos a otros”, y si lo hacemos, “Dios permanece en nosotros”, como el templo de su Espíritu Santo. —1 Juan 4:12



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba