ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 6 de abril

Jesús Limpia el Templo

Versículo Clave: “¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado mi nombre? He aquí que también yo lo veo, dice Jehová.”
—Jeremías 7:11

Escritura Seleccionada:
Isaías 56:6, 7;
Jeremías 7:9-11;
Marcos 11:15-19

EL MARCO DE circunstancias para el cumplimiento de estas palabras proféticas de Jeremías fue justo después de la presentación oficial de Jesús como Rey de los Judíos. A medida que entraba en Jerusalén, el pueblo gritaba: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Marcos 11:9) Jesús visitó el templo de Israel ese día, y miró “alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce.” (vs. 11) Después de levantarse el día siguiente, Jesús regresó a Jerusalén y fue de nuevo al templo. Las cosas que había visto el día anterior incluían las mesas de los cambistas y los puestos en los cuales se vendían las palomas a personas que querían ofrecer sacrificios. Era profundamente perturbado por las muchas cosas que veía sucediendo en el patio exterior del templo que eran contrarias a la ley de Dios dada a Israel.

Como judío, Jesús había visitado el templo muchas veces antes. (Lucas 2:41-47; Juan 5:14; 7:14; 8:2; 10:23) Sin embargo, era de acuerdo con el plan del Padre celestial, que esta visita fuera diferente a cualquier otra. Las palabras proféticas de nuestro versículo clave iban a cumplirse ahora. El templo había sido contaminado, en directa oposición a la declaración hecha por el Padre Celestial registrada en Isaías 56:7: “Mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos.”

En una desviación rara del comportamiento normal de Jesús, y de las medidas tomadas, él momentáneamente asumió la autoridad real y comenzó a echar fuera a los comerciantes. Volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los vendedores de palomas. En otro relato de una experiencia anterior durante su ministerio, se nos dice que durante una limpieza semejante del templo, Jesús “hizo un azote de cuerdas”, y “echó fuera del templo a todos.” (Juan 2:15) Como el Mesías de los judíos, Jesús tenía el derecho legítimo de asumir la responsabilidad de limpiar la casa de Dios, y de quitar los que estaban contaminándolo. El templo había sido apoderado por los que deseaban aprovecharse de la gente angustiada. Jesús también identificó a estos líderes religiosos hipócritas como los que devoraban las casas de las viudas, mientras que al mismo tiempo hacían oraciones largas, fingiendo ser sinceros y justos. —Mat. 23:14

Hay una mayor lección que debemos aprender del relato de la limpieza del Templo en Jerusalén por nuestro Señor Jesucristo. La “casa de Dios” de los judíos era una imagen de un templo aun más grande, la verdadera Iglesia de Dios, que está en preparación actualmente. “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1 Cor. 3:16) Este templo, una vez terminado, será uno de perfección gloriosa. Nada lo profanará, como era el caso con el templo de Israel durante los días de nuestro Señor, del cual el negocio efectuado en él era profano a los ojos de Dios, y echó a perder la belleza de lo que Dios tenía en mente por ello.

Después de que todos los que han sido llamados de Dios, también escogidos y fieles, han terminado sus cursos terrenales, constituirán la “casa de Dios” glorificada. (1 Ped. 4:17) Este templo simbólico se convertirá en una “casa de oración para todos los pueblos.” La humanidad tendrá la oportunidad de acercarse a Dios a través de la obra mediadora de la iglesia glorificada, su templo santo, en el cual se demostrará su presencia, y su misericordia estará disponible para todos.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba