ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 30 de marzo

Triunfante y Victorioso

Versículo Clave: “Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!”X
—Mateo 21:9

Escritura Seleccionada:
Zacarías 9:9;
Mateo 21:1-11

ERA CERCA del fin del ministerio de nuestro Señor que iba a presentarse como el Mesías de Israel, el cual había sido profetizado por los profetas. Los israelitas sabían que Dios había prometido un reino eterno que se establecería bajo la gobernación de la simiente de David. (2 Sam. 7:13-16; Sal. 132:11; Isa. 9:6, 7; 16:5) Como resultado de estas promesas, y en armonía con las señales de tiempo dadas al profeta Daniel (Dan. 9:24-27), muchos de entre el pueblo se dieron cuenta de que había llegado el momento de la llegada de su Mesías. Sin embargo, buscaban a un guerrero valiente como David, no el hijo de un carpintero que predicaba el amor y la humildad.

Jesús no se había proclamado como el Mesías, pero nunca negaba el hecho, cuando otros hacían la pretensión acerca de él. Antes de su nacimiento, María había sido informada por el ángel Gabriel, “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre.” (Lucas 1:32) Pero Jesús nunca decía que había recibido el trono de David su padre. Cuando Jesús preguntó a sus discípulos de lo que creían acerca de él, Pedro contestó: “Tú eres el Cristo [Hebreo: El Mesías], el Hijo de Dios viviente”, a lo que Jesús respondió: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.” (Mat. 16:15-17)

Conociendo los corazones del pueblo escogido de Dios, Israel, Jesús tuvo que cumplir literalmente todas las profecías relacionadas con la venida de su Mesías, no sea que luego dirían que no se les permitía reconocer a Jesús. Por lo tanto, él hizo arreglos para entrar en Jerusalén el 10 de Nisan, un detalle que sus fieles discípulos después entendieron como indicio de que fue el cordero antitípico de la Pascua. Se le proporcionó un asno para que pudiera viajar a la ciudad, no porque estaba cansado, sino porque era una tradición que los reyes de Israel tomaran este animal a sus coronaciones, (1 Reyes 1:33-35) y también cumplió las palabras proféticas de Zacarías. —Zac. 9:9

La entrada de Jesús en Jerusalén fue considerado por el pueblo de Israel como la llegada esperada por mucho tiempo de su Mesías. Los comentaristas han estimado que un millón de personas o más pudieran haber estado en asistencia, así que el grito de “¡Hosanna al Hijo de David!” debía haber sido ensordecedor. Las ramas de las palmas fueron esparcidas delante de él, las cuales simbolizaban la victoria y el honor. Las prendas se colocaron delante de él, en celebración de la llegada del Mesías. Sin embargo, sabiendo que sus corazones estaban endurecidos, y no en armonía con los planes de Dios, Jesús, al ver la ciudad “lloró sobre ella, diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.” –Lucas 19:41, 42

Esta “entrada triunfal” tenía un significado muy distinto para Jesús y su Padre Celestial. Sabían que en lugar de asumir el trono como los profetas habían declarado, este día demostró el hecho de que Jesús pronto moriría en la cruz para redimir a Adán y llegaría a ser un rescate por todos.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba