ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 23 de marzo

Digno es el Cordero

Versículo Clave: “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.”
—Apocalipsis 5:12

Escritura Seleccionada:
Apocalipsis 5:6-13

LA BIBLIA en muchos lugares declara la intención de Dios de bendecir a todas las familias de la tierra en un justo reino venidero. Además, las Escrituras pintan un hermoso cuadro de ese reino, cuando el favor de Dios regrese a los hombres. Él enjugará todas las lágrimas de miles de años del dolor de este presente siglo malo, y será el Dios de toda la humanidad. —Apoc. 21:3, 4

Sin embargo, el establecimiento de este reino, requeriría a alguien de gobernar que sería digno de este puesto. La lección de hoy, a través de las palabras de Juan el revelador, identifica este “alguien”, usado así desde el principio hasta la finalización del plan de Dios. En esta visión del trono de Dios, primero vemos a Dios con un libro que nadie era capaz de abrir, y como resultado Juan “lloraba mucho”. —Apoc. 5:1-4

La falta de alguien digno de abrir este “libro” de la vida era la condición al comienzo del plan de Dios, después de la caída del hombre de la perfección. La justicia de Dios exigió un precio correspondiente para rescatar a Adán de la maldición de la muerte causada por su desobediencia. Un hombre perfecto tenía que morir para liberar a otro hombre, que había sido perfecto, de la sentencia de muerte. Jesús, en su existencia prehumana como el “Logos”, entendía la necesidad de este precio correspondiente, y se ofreció a si mismo para proporcionarlo. —Salmo 40:7, 8; Isa. 6:8

Sin embargo, el mero acto de ofrecerse voluntariamente, no cumpliría con todos los requisitos de Dios. El precio correspondiente debería ser de ascendencia humana, y tendría que ser obediente hasta la muerte. Durante más de cuatro mil años, los hombres vivieron y murieron sin posibilidad de recuperarse de la muerte hasta la llegada de Jesús, ahora “[nacido] de mujer.” (Gal. 4:4) Cuando Jesús estaba a punto de comenzar su ministerio, Juan el Bautista reconoció al prometido y declaró de Jesús: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo.” (Juan 1:29) Dios también reconoció a Jesús después de su bautismo, cuando salió “una voz de los cielos, que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.” (Mat. 3:17) Durante los próximos tres años y medio, Jesús, obedientemente y sin pecado, llevó a cabo el plan de su Padre, que culminó con su muerte en la cruz, de esta manera comprando a Adán y a toda su posteridad. “Por cuanto la muerte entró por un hombre [Adán], también por un hombre [Jesús] la resurrección de los muertos.” —1 Cor. 15:21

Todos los profetas habían señalado a Jesús como aquel que sería digno de sentarse sobre el trono de David en el reino para bendecir a la humanidad. Esto se reafirma dos veces en la escena del trono de nuestra lección. “Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.” (Apoc. 5:5) Jacob había hablado de este “León de la tribu de Judá” muchos siglos antes (Gén. 49:9, 10), proféticamente señalando a Jesús. En el sexto versículo de nuestra lección, leemos otra vez la descripción de Juan el revelador acerca de este “digno” como un “Cordero como inmolado”.

La lección concluye con una escena alegre, en la que se reconoce la presencia de alguien digno de abrir el libro de la vida: “Cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación.” (Apoc. 5:9)



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba