ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 2 de febrero

Oíd y Haced la Palabra

Versículo Clave: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.”
—Santiago 1:22

Escritura Seleccionada:
Santiago 1:19-27

EN ESTA EPÍSTOLA, Santiago proporciona muchas admoniciones prácticas para los cristianos consagrados que aprecian su consejo como divinamente inspirado por el Padre celestial. “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.” —Santiago 1:17

En este capítulo Santiago sigue enfatizando que las Nuevas Criaturas en Cristo, engendradas por el Espíritu Santo, deben adherirse a las enseñanzas contenidas en la Palabra de Dios y, como consecuencia, manifestarán por sus acciones los efectos de un estilo de vida santificado. Los creyentes que interiorizan tal consejo piadoso ponderarán sus palabras cuidadosamente y serán menos propensos a exhibir temeridad en sus expresiones. (Prov. 10:19) Además, la influencia moderadora del Espíritu Santo sobre los caracteres de tales individuos dedicados conduce hacia la justicia, en lugar de la irascibilidad. —Santiago 1:18

Las altas normas de conducta aceptables a Dios por los que siguen al Maestro son traídas a nuestra atención por Santiago cuando él enfatiza la necesidad de negar todos los vicios que se observan habitualmente en las acciones de los incorregibles. Él declara que tales impurezas en pensamiento, palabra o hecho están en contra del ejemplo de Cristo. —vs. 21

Nuestro versículo clave subraya la necesidad de poner en práctica los principios de la verdad y la justicia contenidos en la palabra de Dios. El ignorar esta advertencia sería un acto de auto-engaño y nos haría desagradables al Padre Celestial. Santiago continúa: “Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que observa en un espejo su rostro natural: Porque él se considera a sí mismo y se va, y luego olvida cómo era.” (vss. 23, 24) Por el contrario, la persona que medita en las Escrituras y pone en práctica sus preceptos encuentra la verdadera libertad de las tradiciones humanas, y a través de la obediencia al consejo piadoso, recibe las bendiciones correspondientes desde arriba. —vs. 25

Después que nuestra consagración sea aceptada debemos empezar a quitar las características tales como la cólera, la maldad, el odio, la envidia, la discordia, el habla injuriosa, y otras obras de la carne. Esta limpieza envuelve no simplemente una apreciación mental de las Escrituras, sino también un auto-examen y una búsqueda, desde el fondo del corazón, guiados por los principios divinos. Poseyendo el tesoro de la Nueva Criatura en una vasija de barro, seremos afligidos de vez en cuando por un mal pensamiento transitorio. Sin embargo, hay que poner este pensamiento fuera de consideración, para que no se arraigue en el corazón y ahogar la justicia y los buenos sentimientos.

Si alguien dice que ama al Señor, pero lanza palabras que destrozan a otra persona, estas amargas expresiones sin duda desafían la autenticidad de su profesión de ser un creyente que está tratando de ejemplificar seriamente el modelo de Cristo. Si diariamente rendimos nuestras cuentas a Dios y buscamos su gracia para ayudarnos en tiempos de necesidad, seremos absueltos del juicio y seremos aprobados delante de Dios, a través de Cristo, con la certeza de que seremos más que vencedores. —vss. 26, 27



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba