ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 8 de diciembre

El Cántico de Alabanza de María

Versículo Clave: “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.”
—Lucas 1:46, 47

Escritura Seleccionada:
Lucas 1:46-56

EL EJEMPLO DE fidelidad y obediencia de María a las instrucciones de Dios habla claramente de su carácter. Las Escrituras nos indican que tanto María como José eran piadosos, como se demuestra en sus viajes anuales a Jerusalén para celebrar la Pascua. (Lucas 2:41) El hecho de que María fue elegida por Dios para ser la madre de Jesús según la carne también daría testimonio a su nobleza de carácter y pureza de corazón. Sin embargo, ir más lejos y afirmar, como han hecho algunos, que María misma fue concebida milagrosamente y nació libre de pecado, no se apoya bíblicamente y es un pensamiento totalmente erróneo.

Nuestro versículo clave muestra un corazón amoroso en plena armonía con Dios, y es digno de ver cómo María llegó a tal estado fiel. En respuesta a la perturbación de mente que María experimentó como resultado del mensaje que decía que estaba muy favorecida y bendita entre las mujeres, el ángel Gabriel la calmó de tres formas. En primer lugar, Gabriel le recordó de las muchas profecías relativas al prometido nacimiento de Jesús. Siendo bien versado en las Escrituras, María probablemente recordó las palabras de Isaías 7:14: “El Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.”

En segundo lugar, Gabriel le dijo a María que el Espíritu Santo—el poder de Dios—realizaría este milagro. El dijo, “El poder del Altísimo te cubrirá con su sombra.” (Lucas 1:35) Quizás esto le recordara de Éxodo 40:34-38, en el que Dios prometió cubrir con su sombra el Tabernáculo en el desierto con las columnas de una nube y de fuego. Para un israelita, como María, era reconfortante creer que Dios estaría encima de ella como un águila sobre su nido con las alas extendidas, protegiendo, suministrando y ayudando. Teniendo en cuenta los muchos milagros que Dios había realizado en favor de su pueblo sin duda calmó la mente perturbada de María en este tiempo de necesidad.

En tercer lugar, Gabriel le dijo a María que su prima Elisabet estaba también a punto de tener un hijo. Elisabet había sido estéril, pero ahora había concebido “en su vejez.” (Lucas 1:36) Este milagro era suficiente para convencer a María que Dios era en realidad capaz de realizar lo que quería, como declaró Gabriel: “Nada hay imposible para Dios.” (vs. 37) María también pudiera haber recordado las palabras de Isaías que corroboraban las palabras de Gabriel: “Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.” —Isa. 55:11

Después de escuchar estas reconfirmaciones y pruebas del ángel Gabriel, María puso todo el asunto en manos del Señor con estas hermosas palabras: “He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.” (Lucas 1:38) Esta amorosa y plena aceptación de la voluntad de Dios es reminiscente de lo que Ana expresó con respecto al milagroso nacimiento de su hijo, Samuel: “Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, mi poder se exalta en Jehová; mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, por cuanto me alegré en tu salvación. No hay santo como Jehová; porque no hay ninguno fuera de ti, y no hay refugio como el Dios nuestro.” —1 Sam. 2:1, 2

Seamos así de fieles como María, sabiendo las profecías acerca del llamamiento de la iglesia, y recordando el engendramiento de los llamados de Dios como hijos de Dios. Recordemos que Dios cumplirá en nosotros lo que desea—el desarrollo de una novia para su Hijo, Cristo Jesús.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba