ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 1 de diciembre

Nacimiento de Jesús Anunciado

Versículo Clave: “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.”
—Lucas 1:31

Escritura Seleccionada:
Lucas 1:26-40

EL REGISTRO DE la aparición del ángel Gabriel a María como registrada en nuestra escritura es un acontecimiento extraordinario. No es de extrañar que la respuesta de ella fuera una de humildad y de incredulidad. ¿Por qué Dios bendeciría a ella entre todas las mujeres de Israel? María finalmente comprendería mejor la magnitud de su papel en el nacimiento del Mesías prometido, pero en el momento de la declaración, las muchas profecías relacionadas con este nacimiento esperado por mucho tiempo sin duda fueron oscurecidas a su visión. Lucas declara que el pueblo “estaba en expectativa” de la aparición del “Cristo” (Lucas 3:15), quien haría que Israel volviera a prominencia en el mundo. El profeta Daniel había descrito el tiempo de esta expectativa (Dan. 9:24), y, por tanto, el camino fue preparado para su nacimiento. Basado en esta expectativa, todas las nuevas madres judías pudieran haberse preguntado en sus corazones si su hijo podría ser el prometido.

La humildad y el carácter amoroso de María sin duda pesaban mucho en su elección como la escogida para dar a luz este milagroso niño, pero ella también cumplió una profecía especial. El profeta Isaías describe lo que muchos podrían considerar como un requisito extraño para la madre del Mesías prometido: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” (Isa. 7:14) Esta profecía, junto con el testimonio de Lucas que María era “una virgen desposada con un varón que se llamaba José” sería otra prueba de que Jesús era en realidad el Hijo de Dios. —Lucas 1:27

Isaías también habló del futuro efecto que este nacimiento tendría en el mundo de la humanidad. “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.” —Isa. 9:6, 7

El futuro gobierno del reino de Dios será sobre los hombros de la descendencia de María, el Hijo de Dios—el Jesús glorificado. Se sentará en el trono de David para traer bendiciones al mundo según la promesa hecha a Abrahán y repetida muchas veces por los profetas de Israel. Su reino será justo y perdurará para siempre. El profeta Miqueas describe la disposición del mundo de aceptar este reino cuando se establezca: “Acontecerá en los postreros tiempos que el monte de la casa de Jehová será establecido por cabecera de montes, y más alto que los collados, y correrán a él los pueblos. Vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, y a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará en sus caminos, y andaremos por sus veredas; porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.” —Mic. 4:1, 2

En este hermoso cuadro del reino prometido de Dios en la tierra, vemos el impacto total de la importancia del proféticamente anunciado nacimiento de Jesús. El mundo todavía no entiende estas palabras entusiásticas de muchos profetas hebreos. Sin embargo, a su debido tiempo, la apreciación de todos los detalles que rodean el nacimiento de Jesús serán conocidos por toda la humanidad.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba