ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 13 de octubre

La Promesa a Sara

Versículo Clave: “Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho.”
—Génesis 21:2

Escritura Seleccionada:
Génesis 17:15-17;
18:9-15; 21:1-7

EN LA LECCIÓN de hoy, vemos que Sara sí dio a luz a un hijo de la promesa. “Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac.” (Gén. 21:3) Antes de este acontecimiento trascendental, cuando Abraham y Sara ya estaban muy avanzados en edad, Dios dio esta promesa: “Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella.” Dios también dijo a Abrahán que el nombre de ella sería cambiada: “Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre.” (cap. 17:15, 16) Esto fue apropiado puesto que Sara significa princesa, es decir, una madre de la realeza. En este sentido, Pablo habla alegóricamente de Sara, refiriéndose a ella como “la madre de todos nosotros.” –Gal. 4:26

La reacción inicial de Abrahán a las noticias con respecto al nacimiento de un hijo en su vejez fue una de incredulidad de tal modo que “se postró sobre su rostro, y se rió.” (Gén. 17:17) Sin embargo, Dios respondió repitiendo su promesa: “Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él.” –vs. 19

Sara, y la promesa hecha por Dios en cuanto a ella, se menciona en Hebreos 11:11,12: “Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.” De este pasaje entendemos que Abrahán, a los 100 años de edad, y su esposa Sara, a los 90, y bien más allá de la edad de dar a luz, recibió a este hijo prometido como si “naciera de entre los muertos.” “Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.” –Marcos 10:27

Sarah había sido estéril durante todo su matrimonio con Abrahán hasta el nacimiento de Isaac. Esto ilustra el hecho de que el pacto de Dios, dada originalmente a Abrahán, era estéril por casi dos mil años, hasta el tiempo de Jesús, la simiente espiritual de la promesa. Dios aseguró a Sara y a Abrahán, sin embargo, del nacimiento venidero de un hijo a través de las palabras de los tres hombres que vinieron a visitar a su tienda de campaña en las llanuras de Mamre. Estos hombres eran en realidad ángeles, y después de preguntar a Abrahán, “¿Dónde está Sara tu mujer?”, proclamaron, “Tu mujer tendrá un hijo” Sara escuchó lo que dijeron, y dudando sus palabras, “se rió.” (Gén. 18:1-15) Sin embargo, la promesa fue confirmada por los ángeles como Palabra de Dios, y que ciertamente se cumpliría a su debido tiempo.

Si bien los acontecimientos de nuestra lección tuvieron mucho significado para Abrahán y Sara, fueron una imagen de cosas mayores. Continuando con la alegoría mencionada anteriormente en esta lección, Pablo dice, “Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido.” (Gal. 4:27) El pacto de Dios para la bendición final de toda la humanidad fue estéril por muchos años, pero comenzó a ser cumplido por Jesús a través de la obra de su Primer Advenimiento. –Lucas 2:10-14



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