ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 28 de julio

Ofrendas para el Templo

Versículo Clave: “Y les dije: Vosotros estáis consagrados a Jehová, y son santos los utensilios, y la plata y el oro, ofrenda voluntaria a Jehová Dios de nuestros padres.”
—Esdras 8:28

Escritura Seleccionada:
Esdras 8:24-30

LA LECCIÓN comienza con un examen de cómo Esdras dividió el oro y la plata contribuidos por “el rey y sus consejeros y sus príncipes, y todo Israel allí presente” como ofrenda voluntaria, antes de viajar a Jerusalén. Él seleccionó doce de los principales de los sacerdotes, y otros diez con ellos, pesando cuidadosamente cada uno una parte de todo el oro y la plata de la ofrenda. Una estricta y detallada cuenta fue completada y registrada de lo que cada uno había recibido. Ellos serían responsables de entregar fielmente a los representantes designados por los judíos lo que se les había dado cuando llegaron a Jerusalén. –Ezra 8:24-29

Esta ofrenda incluía: “La plata, el oro y los utensilios, ofrenda que para la casa de nuestro Dios… Pesé, pues, en manos de ellos seiscientos cincuenta talentos de plata, y utensilios de plata por cien talentos, y cien talentos de oro; además, veinte tazones de oro de mil dracmas, y dos vasos de bronce bruñido muy bueno, preciados como el oro.” (vss. 25-27) Se estima que el valor de estos metales preciosos y objetos en el mercado de hoy tendría un valor de muchos millones de dólares. Es cierto que una gran responsabilidad descansaba sobre estos doce hombres, y sus diez ayudantes, pues se les había confiado una tarea muy importante. Asimismo, fueron instruidos por Esdras, en el versículo 29 del relato, “ Vigilad y guardadlos, hasta que los peséis delante de los príncipes de los sacerdotes y levitas, y de los jefes de las casas paternas de Israel en Jerusalén, en los aposentos de la casa de Jehová.”

A través de la guía y del cuidado providencial del Padre celestial, completaron con éxito su largo viaje. “La mano de nuestro Dios estaba sobre nosotros, y nos libró de mano del enemigo y del acechador en el camino.” (vs. 31) Estos sentimientos nos recuerdan de las palabras del salmista: “Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora.” (Sal. 91:2, 3) En el cuarto día después de completar su viaje, todo el oro, la plata y los utensilios en el Templo fueron pesados por varios sacerdotes y Levitas: “Por cuenta y por peso se entregó todo, y se apuntó todo aquel peso en aquel tiempo.” –Ezra 8:34

Una lección para los seguidores asidos de Jesús se puede encontrar en el entendimiento de que él es el capitán de nuestro camino cristiano. Él desea traernos a su reino celestial, y dar a cada uno de nosotros “minas” y “talentos” valiosos de los cuales somos responsables. Como mayordomos fieles, debemos vigilar con diligencia y guardar estos dones y tesoros espirituales que han sido encargados a nosotros. (1 Cor. 4:1; 12:1) Leemos en Santiago 1:17, “Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces.” Dios desea que utilicemos fielmente todas estas preciosas cosas espirituales, pues, finalmente, estaremos obligados a rendir cuentas de ellas. “A todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará.” (Lucas 12:48) Nuestra “ofrenda voluntaria” puede resumirse en las siguientes palabras: “Por las misericordias de Dios, … presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” –Rom. 12:1



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