ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 7 de julio

El Templo Restaurado

Versículo Clave: “Y cantaban, alabando y dando gracias a Jehová, y diciendo: Porque él es bueno, porque para siempre es su misericordia sobre Israel. Y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová porque se echaban los cimientos de la casa de Jehová.”
—Esdras 3:11

Escritura Seleccionada:
Esdras 3:8-13

LOS acontecimientos de esta lección tuvieron lugar al fin de los setenta años de desolación de la tierra de Israel y del cautiverio del pueblo en Babilonia. Ellos habían caído en idolatría, y habían dejado de ser obedientes a los arreglos que Dios había ordenado. Tan grande fue su lapso en seguir los mandamientos de la ley de Dios que habían fallado a guardar algunas de las fiestas típicas, e incluso habían contaminado la casa de Jehová. Ahora su templo estaba en ruinas, y parecía que se mantendría así sin la intervención de Dios.

El impulso de reconstruir el templo arruinado por largo tiempo ahora vino de una fuente improbable. Ciro, el rey de Persia, publicó un sorprendente anuncio pronunciado, de hecho, según la voluntad de Dios. El rey dijo: “Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá.” A continuación explicó que cualquier de los israelitas que lo deseara estaba libre de ir a Judá para participar en esta labor. Cuando Ciro les animó a ir y “construir la casa de Jehová Dios de Israel”, él incluso se ofreció a ayudar con los esfuerzos de las personas que saldrían- “ayúdenle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, además de ofrendas voluntarias para la casa de Dios.” –Esdras 1:2-4

A medida que estos acontecimientos siguieron desarrollándose, leemos que el Espíritu de Dios levantó a los líderes de los pueblos, tales como el jefe de los padres, los sacerdotes y los levitas. (vs. 5) La cantidad de oro, plata y otros materiales preciosos que se recogieron era muy grande. El rey Ciro ordenó también que todos los utensilios del templo original, que Nabucodonosor había robado setenta años antes y llevado a Babilonia, debían ser devueltos a Jerusalén. –vss. 6-11

Vemos que un remanente de la población, que evidentemente había aprendido la lección de que la idolatría era una abominación a los ojos de Dios, estaba dispuesto a regresar a Jerusalén y no practicar más el culto de otros dioses. Después de terminar el largo viaje, el pueblo construyó por primera vez el “altar del Dios de Israel, para ofrecer sobre él holocaustos, como está escrito en la ley de Moisés varón de Dios.” (Esdras 3:1, 2) Su primer deseo era de acercarse a Dios con acción de gracias por darles la oportunidad de regresar a su tierra. También deseaba establecer nuevamente las fiestas y ceremonias que habían sido durante muchos años una parte importante de su relación de pacto con Dios. Mientras estaban regocijándose, al mismo tiempo: “tenían miedo.” (vs. 3) Ya habían regresado a la tierra que muchos de ellos no conocían realmente, y en el cual habitaban ahora nuevos enemigos. Era una tierra que se había hecho desolado, pues vieron ruinas, desolación, y desorden que probaría su fe y celo.

Sin embargo, perseveraron y, en el segundo año después de regresar a Jerusalén, “pusieron a los levitas de veinte años arriba para que activasen la obra de la casa de Jehová.” El primer trabajo fue la construcción de la fundación. Cuando se terminó esto, fue tan grande su alegría que los sacerdotes se vistieron de sus vestimentas, y tocaron las trompetas y los timbales y alabaron al Señor, porque “se echaban los cimientos de la casa de Jehová.” –vss. 8-13



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