ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 30 de diciembre

El Amor de Cristo por la Iglesia

Versículo Clave: “Someteos unos a otros en el temor de Dios.”
—Ef. 5:21

Escritura Seleccionada:
Ef. 5:21-33

UNA DE LAS ILUSTRACIONES usadas por el Apóstol Pablo para simbolizar a Cristo y su iglesia es la de un marido y su mujer. En este símbolo, el marido está representado por Cristo, y la mujer está ilustrada por la iglesia. Este cuadro es semejante a la ilustración usada por el Apóstol Juan en el cual él habla de la iglesia como una “novia.” —Véase Apoc. 19:7; 21:2,9

Hay muchas lecciones contenidas en el uso de Pablo de un marido y una mujer como símbolos de Cristo y la iglesia. Él dice que la iglesia, como la desposada de Cristo, debe “sujetarse… al Señor… así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo.” (Ef. 5:22-24) Aunque estas palabras no necesariamente puedan aplicarse al arreglo de matrimonio humano imperfecto de hoy, de hecho, ellas ilustran apropiadamente la relación que debería existir entre la iglesia y su novio, Cristo. Cristo ha destacado un ejemplo perfecto en cada respecto a su futura novia. Por lo tanto, no es sólo apropiado, sino necesario, que su novia, la iglesia, se someta a su guía y dirección.

El Versículo Clave de nuestra lección indica otro elemento importante de la “sujeción” de la iglesia a Cristo. La sujeción de “uno al otro” nos recuerda que esta clase de novia está compuesta de muchos miembros, y cada uno tiene una responsabilidad uno con el otro. La frase “someterse” realmente significa “arreglarse,” como sigue el versículo, “en el temor [o reverencia] de Dios.” Esto significa que la relación entre los co-miembros de la novia de Cristo debería ser tal que, juntos, ellos mutuamente se someten a su novio, Jesús, con una actitud de reverencia hacia Dios.

Otro aspecto importante de la ilustración de Pablo de un marido y una mujer es el amor mutuo y profundo que existe entre ellos. Él dice, “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres… como también Cristo a la iglesia. (vss. 25-29) Aunque las palabras de Pablo acentúen el amor de Cristo por su iglesia, nos damos cuenta de que es necesario que la iglesia devuelva aquel amor a Cristo. Esto se hace, como notado antes, al someterse a él y a su voluntad, y al seguir tan estrechamente como posible los pasos de su ejemplo perfecto.

Una de las características hermosas de un matrimonio exitoso es la unidad de propósito que existe entre un marido y su mujer. Pablo lo describe de esta manera, diciendo, “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne.” (vs. 31) Ellos son “una carne” en que comparten el mismo amor, los mismos objetivos, y los mismos propósitos en la vida. Traduciendo este pensamiento al matrimonio de Cristo y la iglesia, Pablo dice: “Porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos… Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.” (vss. 30,32) Este “misterio” es el maravilloso privilegio que se ha dado a la iglesia para hacerse “uno” con Cristo como su novia y miembros de su cuerpo.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba