ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 11 de noviembre

Pablo Zarpa Para Roma

Versículo Clave: “Y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra.” —Hechos 27:44

Escritura Seleccionada:
Hechos 27:1,2,33-44

DESPUÉS DE SU VISTA ante Agripa, Pablo fue entregado preso a un centurión llamado Julio. Junto con otros presos, él entonces comenzó un viaje en nave a Roma, donde finalmente tendría una oportunidad de proclamar el Evangelio de Cristo Jesús. Su primer día en el mar estaba bastante tranquilo, y a Pablo se le permitió visitar a los hermanos en el puerto de Sidón. Después de partir de Sidón, el capitán cambió el curso de su viaje planeado debido a la naturaleza contraria de los vientos. Luego, en Mira, los presos con destino a Roma fueron transferidos a una nave más grande de Alejandría con destino a Italia. Durante muchos días el viaje estaba lento debido a los vientos pesados y porque se acercaba el invierno. Pablo advirtió a la tripulación que debieran quedarse en un sitio llamado “Buenos Puertos” hasta que el tiempo se hiciera más favorable, no sea que el barco se destruyera y las vidas de los pasajeros se pusieran en peligro. Aunque Pablo tuviera mucha experiencia con naufragios, (2 Cor. 11:25) su consejo fue ignorado, y se tomó la decisión de seguir adelante al puerto más grande de Fenice y pasar el invierno allí. —Hechos 27:3-12

No mucho tiempo después de su salida de “Buenos Puertos,” se levantó una tormenta feroz con un viento tan poderoso que los marineros eran incapaces de conducir la nave. Se temía que el buque se rompiera a pedazos. Los hombres a bordo de la nave creían que se iban a morir puesto que la tormenta seguía durante muchos días. Sin embargo, Pablo les aseguró que no habría ninguna pérdida de vida en la nave, sólo que la nave en sí no sobreviviría, sino que sería destruida. —vss. 14-26

Varios días más tarde, los marineros sospechaban que estaban cerca de tierra y, a fin de impedir que se encallara la nave, echaron anclas en el mar. Algunos conspiraban llegar a la orilla en un esquife, pero Pablo relató este asunto al centurión y advirtió que si éstos no permanecieran en la nave los demás no se salvaran. El centurión instruyó a los soldados a bordo de la nave de cortar las amarras del esquife para que no se pudiera bajar en el agua, y cada uno fue obligado a permanecer en la nave. Poco antes del amanecer, Pablo exhortó a todos que comiesen para reforzarse. Él ofreció una oración de gracias a Dios y las doscientas setenta y seis personas a bordo de la nave participaron y se quedaron satisfechos. Finalmente la nave encalló, y comenzó a romperse. —vss. 27-41

Fue sólo entonces que el centurión dio la orden que todos debieron abandonar la nave, de acuerdo con las instrucciones de Pablo. Nuestro Versículo Clave indica que, nadando o usando los restos del buque, todos se salvaron y finalmente llegaron a tierra, sanos y salvos.

La narrativa de esta lección debe dar consuelo a los cristianos fieles que se someten a la providencia anuladora de Dios en sus vidas, como era el caso con Pablo. Que experimentemos la confianza de la presencia del Padre para sustentarnos por las adversidades de la vida, sin importar lo que sean. “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” —Isa. 26:3



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