ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 28 de octubre

Felipe y el Eunuco Etíope

Versículo Clave: “Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?”
—Hechos 8:36

Escritura Seleccionada:
Hechos 8:26-39

EN NUESTRA ÚLTIMA lección de este mes, una vez más vemos a Felipe siendo usado en el ministerio del Evangelio. El ángel de Jehová dirigió a Felipe ir a Gaza, una región en la parte sudoeste de Israel, aproximadamente cincuenta millas de Jerusalén. A medida que viajaba, él se encontró con “un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar.” —Hechos 8:27

Al encontrar a este eunuco etíope, Felipe notó que leía en voz alta al profeta Isaías, así que le preguntó, “¿Entiendes lo que lees?” (vs. 30) Él contestó, diciendo, ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él.” (vs. 31) El hecho de que el eunuco había venido a Jerusalén para adorar, quizás en más de una ocasión, y también había obtenido una copia del libro de Isaías, indica que era un prosélito judío. Habiendo abrazado su fe, y sinceramente deseando aprender más, las promesas a Israel contenidas en las escrituras le llamaron la atención. Quizás él hubiera escuchado de Jesús, sus enseñanzas y las grandes obras que había realizado, y se había preguntado si había una conexión entre su ministerio y las palabras de los profetas de Israel.

El eunuco mostró a Felipe el lugar en el libro de Isaías donde leía. Era este: “Como oveja a la muerte fue llevado; y como cordero mudo delante del que lo trasquila, así no abrió su boca. En su humillación no se le hizo justicia; mas su generación, ¿quién la contará? Porque fue quitada de la tierra su vida.” (vss. 32,33) El eunuco preguntó a Felipe de quién hablaba el profeta. El relato pasa a decir, “Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.” (vs. 35) Podemos imaginar el entusiasmo de Felipe, dándose cuenta de que aquí había un individuo sin herencia israelita, que había aceptado la fe judía, y ahora comenzaba a ver las conexiones entre el ministerio de Jesús y las promesas de Dios a Israel.

Aunque el registro no proporcione los detalles, es evidente que las palabras de Felipe al eunuco eran más que suficientes para convencerle de que Jesús era el Mesías de Israel, y aquel por quien se cumplirían las promesas del Antiguo Testamento. A medida que seguían hablando, se acercaban al agua y, como declarado en nuestro Versículo Clave, el eunuco pidió bautismo. Felipe dijo, “Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.” (vs. 37) Basado en esta respuesta de fe en Jesús, Felipe de buena gana lo bautizó. El registro termina diciendo que Felipe fue separado entonces del eunuco, el cual “siguió gozoso su camino.” —vs. 39

De este relato vemos ejemplos en las acciones tanto de Felipe como del eunuco. Con el eunuco, vemos un hambre sincera para conocer la verdad de la Palabra de Dios. Es aquella hambre que todos los que desean saber más de los planes y los propósitos de Dios deben tener a fin de esperar que se les revelara su verdad. Con Felipe, vemos un ejemplo de buena disposición de explicar la verdad, y responder a las preguntas de alguien que buscaba respuestas.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba