ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 21 de octubre

Simón Quiere Comprar Poder

Versículo Clave: “Cuando vio Simón que por la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció dinero.”
—Hechos 8:18

Escritura Seleccionada:
Hechos 8:9-24

LA LECCIÓN DE HOY ES el relato interesante de un hombre llamado Simón, que era un hechicero en la región de Samaria. Evidentemente, él había conseguido mucho éxito en esta práctica, ya que el relato dice que muchas personas de la zona le estaban atentos, hasta diciendo que tenía el poder de Dios. (Hechos 8:9-11) Sin embargo, todo esto se cambió cuando Felipe, uno de los siete diáconos escogidos (véase la lección del 7 de octubre), comenzó a predicar a la gente de esta zona.

La predicación de Felipe era tan eficaz que “cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.” (vs. 12) Hasta Simón profesó que era creyente, y se bautizó. Él “estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes milagros que se hacían, estaba atónito.” (vs. 13) Sin embargo, dado el origen de Simón, así como los acontecimientos que siguieron, la motivación de Simón de “estar atónito” con respecto a los milagros y las señales que vio es muy cuestionable.

No obstante, el mensaje del evangelio seguía siendo bien recibido, tanto que las noticias de esto llegaron a los apóstoles en Jerusalén, así que enviaron a Pedro y a Juan para ayudar con la obra. Como apóstoles, ellos tenían la habilidad de imponer las manos y otorgar el Espíritu Santo. El relato explica que aunque éstos, inclusive Simón, hubieran sido bautizados “en nombre de Jesús,” aún no habían recibido el Espíritu Santo. (vs. 16) Esto nos señala una verdad importante que el mero bautismo externo en agua no necesariamente significa que Dios ha aceptado a alguien en una relación de pacto con él. Tal aceptación sólo es demostrada por el engendramiento del Espíritu Santo.

Pedro y Juan pasaron a conferir el engendramiento del Espíritu Santo a aquellos cuyo bautismo y consagración habían dado evidencia de ser aceptados por Dios. Es patente del relato que Simón, aunque uno de los que se bautizaron, no recibió este engendramiento. En vez de preguntar a Pedro y a Juan por qué él no había recibido el Espíritu Santo, él incorrectamente se concentró en el poder que poseían. Nuestro Versículo Clave dice que Simón ofreció dinero a los apóstoles para conseguir el poder que tenían al respecto. Él dijo, “Dadme también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo.” —vs. 19

La respuesta de Pedro a Simón era rápida y al grano. La habilidad de dar el Espíritu Santo, o cualquiera de los otros poderes apostólicos, no podía comprarse con dinero. Además, alguien que tenía tal deseo no estaba en una condición apropiada de corazón. Él dijo a Simón, “No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizá te sea perdonado el pensamiento de tu corazón.” (vss. 21,22) No sólo a Simón no se le podía dar el poder de conferir el Espíritu Santo a otros, que es lo que deseaba, sino que también aún no estaba en una condición de corazón para recibir el engendramiento en sí—no tenía ninguna parte en este asunto, dijo Pedro. Por eso, cuán vital es prestar atención a las palabras: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida.” —Prov. 4:23



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