ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA |
Lección para 9 de septiembre
La Fe es Seguridad
Versículo Clave: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Escritura Seleccionada: |
QUIZÁS PUDIÉRAMOS parafrasear este versículo de Hebreos 11:1 de la siguiente manera: “La fe es la base de, y pruebas de, nuestras convicciones acerca de las cosas esperadas así como para las cosas invisibles, basadas en las promesas seguras de la Palabra de Dios.” La fe es una verdadera sustancia, una sustancia mental, por decirlo así, que estimula y clarifica la mente del hijo de Dios. La esencia de fe radica en la recepción de lo que Dios nos ha revelado por su Palabra. Además, se la puede definir como la confianza completa en el Dios de las Escrituras, y en Jesucristo a quien ha enviado. Tal fe debería obligarnos a amar la obediencia, así como a emprender las buenas obras. (Ef. 2:10; Mat. 5:16; Stg. 2:14-26). En efecto, nuestra fe personal es la misma base de nuestra posición ante Dios, desde el principio de nuestro andar hasta la muerte. La confianza personal que tenemos en Dios, de día en día, es uno de los medios principales por los cuales obtendremos la salvación. Esta fe está centrada en nuestro Señor Jesucristo, “el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.” —Rom. 4:24,25
Nuestro andar por fe comenzó cuando, con los primeros elementos de confianza y creencia en Dios, vimos su carácter, y aquel de su hijo amado, aunque sólo en una medida limitada. Gradualmente, a medida que fuimos llevados más cerca a Dios, fuimos privilegiados a conocer más de él, crecer en aprecio por su maravilloso plan, plantando nuestros pies en la tierra sólida de la verdad. (Ef. 3:17-19) Estos elementos de la fe son tan importantes que se nos dice en Hebreos 11:6, “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.”
Como definido antes, la fe da “sustancia” a las cosas de la Palabra de Dios para los seguidores asidos del Señor—cosas que se esconden del hombre natural. La fe lo hace posible que el pueblo de Dios actúe de acuerdo con sus convicciones, sabiendo que están basadas en la realidad y la verdad de las Escrituras. La fe es también un elemento integral en la oración. “Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye.” (1 Juan 5:14) En breve, la fe es el principio motivador principal en las vidas del pueblo consagrado del Señor.
Para ayudarnos a mantener nuestra fe, el Señor nos ha dado “preciosas y grandísimas promesas” en su palabra. (2 Ped. 1:4) Una de las más preciosas de éstas es: “Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida.” (Apoc. 2:10) Otra maravillosa promesa de nuestra salvación se revela en las palabras, “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.” (Lucas 12:32) Se nos anima con las palabras, “Si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído… A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria.” —Col. 1:23,27
Hemos sido privilegiados de saber los misterios de Dios. Estas verdades, dijo Jesús a sus discípulos, “os hará[n] libres.” (Juan 8:32) Los planes y propósitos de Dios han sido revelados a sus seguidores fieles, incluso el misterio de la Iglesia verdadera, por el poder iluminador de su Espíritu Santo. Los miembros de la Iglesia, un “rebaño pequeño,” actualmente están siendo seleccionados, cincelados, y moldeados sin el sonido de un martillo—desapercibido por el mundo. (1 Reyes 6:7) Pedro dice, “Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.” (1 Ped. 2:5) Por lo tanto, con la sustancia y las evidencias de la Palabra de Dios, andemos en “plena certidumbre de fe.” —Heb. 10:22