ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 17 de junio

Celebra el Jubileo

Versículo Clave: “Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia.”
—Lev. 25:10

Escritura Seleccionada:
Lev. 25:8-55

ES DIGNO NOTAR, A MEDIDA que comenzamos esta lección, el hecho desafortunado que las leyes de nuestra supuesta civilización avanzada no previeron con más cuidado que los ricos y los pobres estuvieran en un nivel común de justicia y responsabilidad ante la autoridad civil y la ley. Absolutamente ninguna diferencia o favoritismo fueron permitidos bajo la ley de Dios dada por Moisés a Israel. En cuanto a la protección de la gente de los peligros asociados con algunos llegando a ser muy pobres y otros llegando a ser muy ricos y poderosos, ninguna otra ley nacional jamás haya sido decretada que con tanto cuidado guardó estos puntos. Primero, todas las leyes se hicieron públicas, lo cual previno que los hombres intrigantes manipularan con éxito los derechos de las personas. Estas leyes fueron reveladas a la gente de tal manera que hasta el más pobre y el más inculto no serían ignorantes de ellas. Como parte de esto, era el deber de los sacerdotes de leer las leyes a la gente en sus festivales septenales. “Y les mandó Moisés, diciendo: Al fin de cada siete años… cuando viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos.” —Deut. 31:10-13.

Además de su lectura por los sacerdotes cada siete años, la Ley de Moisés aseguró una restitución cada quincuagésimo año. Esto se menciona como el año de Jubileo. Este rasgo de la Ley fue diseñado para prevenir la pérdida y la alienación de la propiedad de aquellos pobres que habían sido obligados a vender sus posesiones, así también previniendo su acumulación en las manos de sólo unos cuantos ricos. (Lev. 25:9,13-23) Cada quincuagésimo año debía ser un año de Jubileo, cuando toda la propiedad debía ser devuelta a su dueño original. Más allá de esto, la ley del Jubileo enseñó que toda la gente debía considerarse como hermanos, y actuar en consecuencia el uno con el otro, sin tener en cuenta su estado o riqueza. En este proceso de restitución, la gente debía ayudar el uno al otro sin compensación, y no cobrar interés en el dinero que había sido prestado a otra persona. “Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portarás con él como logrero, ni le impondrás usura.” —Ex. 22:25; Lev. 25:36

En el plan de Dios habrá un cumplimiento más grande con respecto a estos Jubileos o restitución. Este arreglo del Pacto de la Ley señaló de antemano “nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo.” (Lucas 2:10) La realización de estas nuevas de gran gozo para “todo el pueblo” será llevada a cabo por “una restauración de todas las cosas.” (Hechos 3:19) Este proceso, bajo la administración del reino terrenal de Cristo, será marcado por la liberación del hombre del pecado original adámico y de las debilidades heredadas por la caída de Adán. Qué bendición es contemplar este cumplimiento más grande, especialmente cuando recordamos que en los arreglos de Dios el número cincuenta parece ser un gran punto culminante de números. En la Biblia, el número siete se identifica simbólicamente con la perfección Divina. Siete veces siete parecen comunicar una representación aún más completa de la perfección. Finalmente, el número cincuenta, o Jubileo, señala el punto culminante del plan de Dios, cuando toda la obra de la restitución se finalice al fin del reino. Cada criatura en el cielo y en la tierra dará alabanza “al que está sentado en el trono, por los siglos de los siglos.” (Apoc. 5:13) El Cristo, cabeza y cuerpo, habrá llevado a cabo la obra de Dios a favor de la humanidad a la medida más competa y entregará el reino al Padre. “Porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.” —Jer. 31:34



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba