ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 29 de abril

Curando al Ciego

Versículo Clave: “Entonces algunos de los fariseos decían: Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? Y había disensión entre ellos.”
—Juan 9:16

Escritura Seleccionada:
Juan 9

EN EL RELATO DE LA lección de hoy, Jesús encontró a un hombre que era ciego de nacimiento. Los discípulos equivocadamente concluyeron que su ceguera debe haber sido el castigo por algún pecado que él o sus padres habían cometido. (Juan 9:2) Jesús dijo que tal no era el caso (vs. 3), proporcionándonos la primera lección importante de este relato. Él conocía la verdad como declarada en todas partes de la palabra de Dios. La ceguera de este hombre, así como todas las enfermedades de la humanidad, aun la muerte en sí, era el resultado de la desobediencia de nuestros primeros padres en el jardín de Edén y la penalidad resultante pronunciada contra ellos. (Véase Gen 2:16-17; 3:17-19) Esta penalidad, incluso las dolencias físicas como la ceguera y todas las otras enfermedades, ha sido transmitida a todas las generaciones subsecuentes porque todas forman parte de la raza caída de Adán.

Jesús explicó a sus discípulos que lo que estuvo a punto de hacer sería un ejemplo de “las obras de Dios.” (vs. 3) Él dijo que su misión era hacer “las obras del que me envió,” y al hacerlas era “la luz del mundo.” (vss. 4-5) Esta luz debía ser a beneficio de sus discípulos, para ayudarles a conocer el propósito de sus obras. Entendemos, y como los discípulos se dieron cuenta más tarde, que las obras de curación que hizo Jesús eran una vislumbre de las “obras más grandes de Dios” que se realizarían en su futuro reino terrenal. Juan el Revelador habla de algunas de estas obras mayores. “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.” —Apoc. 21:4-5

Otra lección importante es la manera en la cual Jesús curó al ciego. “Dicho esto, escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé… Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.” (Juan 9:6-7) En esto vemos que había una parte que Jesús realizó, untar los ojos del ciego. Había también un trabajo para el ciego—él tenía que ir al estanque de Siloé y lavarse. Sólo por la realización de ambas partes de la obra es que salió viendo. Esto ilustra que la curación de las enfermedades del hombre, no sólo físicas sino también las enfermedades de carácter, requiere tanto la obra de nuestro Señor como la obra de aquellos que han de ser curados.

El papel de Jesús en la curación de la humanidad se demuestra principalmente en el rescate, por el cual Adán y su raza son liberados de la condena. Él pagó el rescate “untando” el santísimo, (Dan. 9) así satisfaciendo la justicia de Dios. El papel de la humanidad en esta obra, una vez liberada de la condena, es de cooperar en el “lavamiento” de los vestigios restantes del pecado de su carácter.

El Versículo Clave indica que los líderes judíos no apreciaron el maravilloso significado de las obras que Jesús realizó. Cuán agradecidos estamos, sin embargo, que entendemos estas cosas, y que podemos decir con el hombre que fue curado, “Habiendo yo sido ciego, ahora veo.” —Juan 9:25.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba