ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA |
Lección para 22 de abril
La Mujer de Samaria
Versículo Clave: “Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.” Escritura Seleccionada: |
VIAJANDO DE VUELTA a Galilea después de la fiesta de la Pascua de los judíos, Jesús pasó por la región de Samaria y vino al lugar del pozo de Jacob. (Juan 4:4-5) Cansado de sus viajes, él se sentó al lado del pozo. El registro dice: “Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.” (vs. 7) Esta petición sorprendió a la mujer, que contestó: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.” —vs. 9
Jesús respondió, “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.” (vs. 10) Estas palabras eran muy desconcertantes para la mujer, que contestó que a fin de conseguir agua de este pozo, Jesús necesitaría algo con qué sacarla, porque era profundo. Ella entonces le preguntó como podría proporcionar agua que era mejor de la que provenía de este pozo. “¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?” —vs. 12
La referencia de Jesús al “don de Dios” era de hecho el “agua viva” de la cual había hablado. Sin embargo, esta no era agua literal de algún pozo. Era el agua de la palabra de verdad, que proporcionaría la vida espiritual a aquellos que la bebieran. Esta palabra de verdad era la que provenía de sus labios cuando predicaba. Era el “don de Dios” porque se daba gratuitamente a todos los que tenía un oído para escuchar. El Apóstol Pablo se refiere a esta “agua viva” de la palabra de verdad, declarando que debe tener un efecto santificador y limpiador en la iglesia. Él dice, “para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra.” —Ef. 5:26
Jesús explicó a la mujer, “Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed.” (Juan 4:13) Además dijo, en las palabras de nuestro Versículo Clave, que el agua que él daría, el agua de la palabra, satisfaría la sed por la verdad de cualquiera que estuviera dispuesto a conocerla. Tomando el asunto un paso adelante, Jesús declaró que aquellos que bebieran esta “agua viva” llegarían a ser una “fuente de agua.” No tendría que sacar agua de esta fuente. Mas bien sería una fuente de agua, saltando de nosotros. A esto la mujer con mucho entusiasmo respondió, “Señor, dame esa agua.” —vs. 15
Hay un sentido doble en el pensamiento de que la iglesia es una “fuente de agua que salte para vida eterna.” Primero, a medida que tomamos el agua de la palabra de verdad y permitimos que haga su obra de santificación, ella llega a ser una parte de nuestro ser. Esto ocurre tanto que la palabra de verdad se demuestra aun más, “saltando,” por nuestras palabras, hechos, y ejemplos el uno con el otro y con el mundo. Este proceso de desarrollo, fielmente realizado, nos conduce a la “vida eterna.” Segundo, la iglesia glorificada, en el futuro reino de Cristo, dará esta misma agua de verdad a toda la humanidad. Todos los que tienen “sed” (véase Apoc. 22:17) por ella, y son santificados por ella, serán conducidos entonces a la “vida eterna” aquí en la tierra.