ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 15 de abril

Limpiando el Templo

Versículo Clave: “Y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado.”
—Juan 2:16

Escritura Seleccionada:
Juan 2:13-22

EL APÓSTOL PABLO declara con respecto a Jesús que él fue “nacido de mujer y nacido bajo la ley.” (Gál. 4:4) Siendo un judío bajo la ley, él tuvo que guardar varias fiestas ordenadas por aquel arreglo de pacto. Está en este marco de circunstancias que la lección de hoy encuentra a Jesús en Jerusalén durante la fiesta de la Pascua de los judíos. Como pudiéramos esperar de alguien que fielmente guardaba la ley, Jesús fue directamente al templo, el centro de la adoración religiosa de Israel.

El registro declara que al llegar, Jesús “halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados.” (Juan 2:14) En aquellas temporadas del año cuando los israelitas venían a Jerusalén para guardar sus fiestas obligatorias, también se hacían ciertos sacrificios y ofrendas. La intención de la ley como dada por Dios al principio consistía en que cada familia se ocupara en proporcionar a los animales y ofrendas necesarios para tales ocasiones. Con el tiempo, sin embargo, los líderes judíos consideraban estas ocasiones como oportunidades de participar en el “negocio” de vender estas cosas al pueblo ahí mismo en el templo. Haciendo esto eliminaría la necesidad de que el pueblo se tomara la molestia de llevar animales y otras ofrendas consigo durante el viaje largo a Jerusalén. A medida que esto se hacía un negocio cada vez más lucrativo, se incrementaban los precios y se cargaban los impuestos, los beneficios de los cuales probablemente llenando los cofres de los líderes religiosos de Israel.

Cuando Jesús vio que estas cosas estaban llevándose a cabo en el templo, él hizo “un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado.” (vss. 15-16) En un relato similar en Mateo 21:13, se registra lenguaje aun más fuerte: “Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.”

La condición pecadora a la cual Jesús tan fuertemente respondió era realmente doble. Primero, él veía la avaricia de los líderes religiosos cuando cobraban demasiado y exigían impuestos pesados del pueblo por los animales y otras ofrendas necesarias para guardar las fiestas según las exigencias de la ley. Eran “ladrones” que realizaban su negocio en una “casa de oración.” En segundo lugar, y no menos importante, era el hecho de que el pueblo había permitido que se hicieran parte de esto. Ya no eran deseosos de proporcionar sus propias ofrendas al Señor. Estaban dispuestos a pagar los precios altos y, además, pagar impuestos por la “conveniencia” de no molestarse con tales cosas. Estaban dispuestos a “pagar” a sus líderes a fin de ser considerados como guardando las exigencias religiosas de la ley.

Los discípulos de Jesús, viendo la acción rápida tomada por el Maestro, “se acordaron… que está escrito: El celo de tu casa me consume.” (Juan 2:17) La traducción de Moffat vierte la última parte del versículo de esta manera, “Estoy consumido con celo por tu casa.” Aunque Jesús demostró cólera contra la hipocresía que vio en el templo, su “celo” fue dirigido principalmente de un modo positivo hacia la casa de su Padre, representada por el templo. El apóstol Pablo nos dice que, en realidad, Jesús y su iglesia son el verdadero templo. Era este templo simbólico por el cual Jesús tenía tanto celo y un deseo de que fuera acabado fielmente. —Ef. 2:19-22



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba