ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 1 de abril

Jesús Da Testimonio a la Verdad

Versículo Clave: “Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.”
—Juan 18:37

Escritura Seleccionada:
Juan 18-19

DESPUÉS DE ORAR EN EL Jardín de Getsemaní con sus discípulos, Jesús sabía que su muerte era inminente. A él se le acercó Judas, quien le traicionó con un beso. Acompañando a Judas había soldados armados que habían sido reclutados por los sacerdotes principales y fariseos. Jesús les preguntó a quién buscaban, y le contestaron, “A Jesús nazareno.” (Juan 18:5) Jesús respondió, “Yo soy.” (vs. 6) Simon Pedro, no entendiendo la situación, trató de defender a Jesús y con su espada hirió al siervo del sumo sacerdote. El Maestro suavemente censuró a Pedro, diciendo, “Mete tu espada en la vaina; la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” (vss. 10-11) Jesús sabía que el tiempo había venido para entregar su vida en sacrificio como el Redentor del hombre. Esta era la “copa” de experiencia que el Padre le había dado. Él era totalmente resignado a beberla fielmente, aun hasta la muerte.

Los soldados llevaron a Jesús primeramente a Anás y después a Caiafás, los sumos sacerdotes judíos, que le preguntaron acerca de su doctrina. Parafraseando la respuesta de Jesús, él les recordó que nunca había hablado en secreto y que había enseñado abiertamente en el templo y en la sinagoga. Éstos eran los sitios en los cuales los judíos le habían escuchado en varias ocasiones. Más bien que explicar sus enseñanzas a Anás y Caiafás, quienes, él sabía, estaban interesados sólo en matarle, Jesús simplemente dijo, “Pregunta a los que han oído… ellos saben lo que yo he dicho.” (vss. 19-21) Era durante la comparición de Jesús delante de los sumos sacerdotes judíos que Pedro lo negó tres veces, como el Maestro había predicho. (vss. 17-18, 25-27) No era hasta que él recibiera el Espíritu Santo en el Pentecostés (véase Hechos 2) que Pedro entendió el significado de los acontecimientos que se desarrollaban ante su vista confusa.

Jesús fue tomado después al gobernador romano, Pilato. Él inmediatamente concluyó que Jesús no había violado ninguna ley romana y le entregó de nuevo a los judíos, declarando, “Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley.” (Juan 18:31) Los judíos dijeron a Pilato que su acusación contra Jesús era castigable por la muerte y que no tenían la autoridad para llevarla a cabo. Pilato consintió en llamar a Jesús de vuelta al pretorio. Él preguntó a Jesús acerca de la acusación hecha en su contra de que pretendía ser un rey. Jesús no negó la acusación, pero explicó que su reino no era “de este mundo.” (vs. 36) En nuestro Versículo Clave él respondió que este era el mismo motivo por el cual había venido al mundo. Por todo su ministerio él dio testimonio acerca de la maravillosa verdad de que algún día establecería un reino de justicia y paz en la tierra.

Después de escuchar a Jesús, Pilato dijo, “Yo no hallo en él ningún delito.” (Juan 18:38) Por lo que a Pilato se refiere, Jesús no era una amenaza para Roma y no había cometido ningún delito, seguramente nada digno de muerte. Los judíos, sin embargo, dijeron que él había blasfemado e insistieron en que Pilato le condenara a la muerte. Pilato animó a Jesús a defenderse, “Mas Jesús no le dio respuesta.” (Juan 19:9) Finalmente, Pilato pronunció aquellas palabras apropiadas que nos resuenan aun hasta hoy, “¡He aquí el hombre!” —vs. 5



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