ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA |
Lección para 26 de febrero
Frutos De La Redención
Versículo Clave: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Escritura Seleccionada: |
LOS CREYENTES EN CRISTO alcanzan una transformación de carácter bajo la influencia del Espíritu Santo que les permite andar en novedad de vida. Sin embargo, siguen pruebas de la vieja naturaleza humana pecadora en nuestra carne contra la cual debemos luchar. —Gál. 5:16
“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.” —vss. 17-18
Entonces, Pablo enumera muchas malas obras que la naturaleza humana caída produce y concluye esta delineación al indicar que los que habitualmente manifiestan tales calidades no obtendrán una herencia divina en el Reino de Dios. —vss. 19-21
Nuestro Versículo Clave, en contraste, describe el fruto del espíritu que encarna tales calidades como el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza.
La necesidad de que los cristianos manifiesten tales frutos en sus vidas se enfatiza también en otras escrituras. Aquí está una lista representativa. “Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.” —2 Pedro 1:5-8
El poder morador del Espíritu Santo de Dios permite que los creyentes crucifiquen las lujurias carnales mientras procuran glorificar a Dios y andar de acuerdo con la voluntad divina. (Gál. 5:24-26) Nuestra preocupación tiene que ver con el bienestar espiritual de nuestros hermanos. Seremos movidos a animarlos hacia la fidelidad y sobre todo el congregarse para la edificación mutua. —Heb. 10:24, 25
No obstante, a pesar de nuestros mejores esfuerzos e intenciones, nos caeremos lejos del estándar divino para ser aceptables. A veces, podemos necesitar la intercesión especial de parte de nuestros cofeligreses. “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.” —Gál. 6:1, 2
Dios no nos estima según nuestras imperfecciones carnales y, por lo tanto, también no deberíamos considerar la carne de nuestros hermanos. De ser humildes, apreciaremos que no deberíamos compararnos con otros hermanos, creyendo que somos superiores a ellos de alguna manera. Además, deberíamos trabajar en tratar de mejorar nuestras propias faltas mientras al mismo tiempo exhibir una buena disposición de edificar y bendecir a otros. —vss. 3-6
Pruebas de nuestra sinceridad en servir a Dios se manifiestan en una comprensión de que, sin importar lo que hagamos, aun si no sea visto por otros, es observada por el Padre Celestial. Que enfoquemos nuestros esfuerzos en lo espiritual más bien que en lo carnal y esforcemos por hacer bien a todos, especialmente a nuestros hermanos. Con tal actitud, podemos estar seguros de que somos agradables a Dios. —vss. 7-10.