EVENTOS SOBRESALIENTES DEL ALBA

Esperando al Señor en Silencio

“Bueno es esperar, y aguardar callado la salvación de Jehová.”
—Lamentaciones 3:26 (Versión Moderna)

A medida que entramos en otro año nuevo nuestra atención se enfoca otra vez en el nivel creciente de ansiedad, aprehensión y miedo que es prevalente en casi cada segmento de nuestro mundo actual. Los estadistas, los líderes políticos y religiosos, y los financieros luchan por encontrar soluciones a la andanada aparentemente interminable de problemas desconcertantes y perplejos que afrontan todas las naciones mientras se desarrolla el drama de las escenas finales de la presente Edad Evangélica.

Además, la gran mayoría de los pueblos de la tierra se ocupan de los asuntos de la vida cotidiana prestando poca atención al significado verdadero que se celebró recientemente durante la temporada festiva en reconocimiento del ministerio terrenal de nuestro Señor Jesús, o mejor dicho, su muerte en sacrificio a favor nuestro. Tampoco se dan cuenta de las maravillosas promesas de nuestro amoroso Padre Celestial y las bendiciones que están preparándose para su reconciliación eventual. Creemos que el reino de Cristo pronto se manifestará a la gimiente creación humana plagada por el pecado. Por eso, la humanidad sigue esperando el futuro reino del “Cristo” prometido por largo tiempo como la única solución a la violencia, la corrupción y la muerte que marca nuestro día en profecía.

LA EDAD EVANGÉLICA ACTUAL

Vivimos ahora durante los años finales de la Edad Evangélica actual. Desde el primer advenimiento de nuestro Señor Jesús hace dos mil años, el propósito y designio divino ha sido llamar y escoger de la creación humana caída un rebaño pequeño de seguidores fieles de nuestro Señor Jesús. Éstos son invitados a participar con él en su gloria divina. Ellos también participarán en traer bendiciones de vida y verdad a toda la humanidad bajo la administración del futuro reino de Cristo. Esta es una clase muy especial de gente cristiana como se demuestra en la profecía de Isaías. “Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice.” —Isa. 43:7

El Profeta Isaías usó la palabra “llamados” en esta escritura para identificar a aquellos cristianos que han respondido a esta maravillosa invitación de nuestro amoroso Padre Celestial. De ser fieles a su vocación alta en Cristo Jesús, ellos participarán con él como miembros de su desposada. Ellos heredarán la naturaleza divina y morarán en la casa espiritual que Jesús ha estado preparando para su desposada durante la Edad Evangélica actual. Como registrado por Juan en su evangelio, Jesús explicó a sus discípulos, “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.” —Juan 14:1-4

EL DESIGNIO DIVINO

El Apóstol Pablo proclamó que los que están siendo llamados fuera del mundo durante la Edad Evangélica actual están siendo llamados para participar en la misma naturaleza y herencia gloriosa que fue ofrecida a nuestro Señor Jesús durante su ministerio terrenal. Esto se explica en su carta a la iglesia en Roma. Él escribió, “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección.” —Rom. 6:3-5

Cuando el designio divino de esta Edad Evangélica actual haya sido llevado a cabo y el pleno número de los llamados esté completo, los seguidores fieles de Jesús serán reunidos en la primera resurrección. “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.” —Apoc. 20:6

LA SIMIENTE PROMETIDA

En aquel futuro tiempo, los fieles participarán con nuestro Señor glorificado como miembros del “Cristo,” la simiente prometida, que traerá bendiciones de vida y paz a todas las familias de la tierra. Del relato bíblico leemos, “Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos. En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.” —Gen. 22:15-18

En su carta a los hermanos en Gálatas el Apóstol Pablo explicó el significado de la simiente prometida de Abrahán. Él dijo, “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.” (Gal. 3:16) “Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (vs. 29) “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.” —Gal. 4:4-7

Esta obra bendita tendrá lugar bajo el control del Reino de Cristo y los términos del Nuevo Pacto que se establecerá sobre la base de la verdad y de la justicia. El propósito divino es hacer posible la reconciliación para toda la familia humana plagada por el pecado. La vida eterna será ofrecida a todos los que sean obedientes a la ley divina. El Nuevo Pacto será establecido bajo la dirección del “Cristo” y suministrará a la familia humana las provisiones necesarias por las cuales puedan alcanzar la vida eterna en una tierra perfeccionada y glorificada.

GUARDANDO LA ESPERANZA

En nuestra escritura seleccionada el Profeta Jeremías trae a nuestra atención la necesidad de “esperar y aguardar callado” la salvación del Señor. El plan de Dios de redención y reconciliación necesitarán muchos años para llevarse a cabo. Esto significa que debemos cifrar nuestra confianza en nuestro amoroso Padre Celestial y meditar en las promesas y los preceptos de su maravillosa Palabra de Verdad.

El profeta usó la palabra “esperanza” en esta escritura que sugiere estar en expectativa. La palabra también tiene el sentido de tener confianza. Esperamos con mucha ansiedad y alegría el futuro reino de nuestro querido Señor y Salvador. Tenemos plena confianza en las promesas de Dios que están cerca.

Así el salmista David escribió, “Esforzaos todos vosotros los que esperáis en Jehová, y tome aliento vuestro corazón.” (Sal. 31:24) El Profeta Jeremías dijo, “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.” —Jer.17:7, 8

AGUARDAR CALLADO

Aguardar “callado” significa hacer algo pacíficamente y con tranquilidad. El pueblo consagrado del Señor disfruta de una paz interior que sólo viene de tener fe en la sangre salvadora de Cristo y confianza en las promesas de Dios. El Apóstol Pedro describe a aquel que tiene este rasgo cristiano como poseer un espíritu manso y tranquilo. Él dijo, “Sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.” —1 Ped. 3:4

Esperar algo con mucha ansiedad requiere paciencia. En muchas circunstancias esto incluye la capacidad de aguantar las pruebas o dificultades tranquilamente y sin queja. El Profeta Isaías captó el espíritu verdadero de Cristo Jesús cuando abordó la actitud de entereza que necesitamos. Él dijo, “Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros, y por tanto, será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo; bienaventurados todos los que confían en él.” (Isa. 30:18) Isaías otra vez habló del maravilloso espíritu que señala al verdadero discípulo de Cristo Jesús cuando escribió, “Pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.” —Isa. 40:31

CONFIANZA

De los salmos también leemos, “Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día.” (Sal. 25:5) Otra vez está escrito, “Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová.” (Sal. 27:14) Así enseña el Espíritu Santo de Dios, “Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades.” (Sal. 37:7) “Espera en Jehová, y guarda su camino, y él te exaltará para heredar la tierra; cuando sean destruidos los pecadores, lo verás.” —vs. 34

El ejemplo más excepcional de cifrar nuestra plena confianza en el poder ilimitado de nuestro Padre Celestial de guiarnos, se demuestra dramáticamente en las experiencias de su pueblo típico Israel. Cuando Moisés fue mandado por Dios de guiar a su pueblo por las aguas del Mar Rojo, estaba preparando el camino para que pudieran cruzar al otro lado sin peligro. Del relato bíblico leemos, “Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.” —Ex. 14:13-14

Con respecto a la necesidad de estar pacientes y esperar al Señor en silencio, el Apóstol Pablo nos recuerda, “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.” —Rom. 15:4-6

ENTEREZA

Así amonesta Santiago, “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.” —Stg. 5:7, 8

Mientras el pueblo del Señor espera con paciencia el reino prometido de Cristo, ellos son advertidos de no estar demasiado preocupados por el paso del tiempo, ni cuestionar de ningún modo los métodos que Dios elige con respecto a realización de su plan y propósito final. Sabemos que todas las cosas están en sus manos y debemos mantenernos llenos de esperanza y confiar que en su piedad abundante y sabiduría, él traerá a su debido tiempo la justicia y las bendiciones a todas las familias de la tierra.

LAS MISERCORDIAS DE DIOS

Las palabras de nuestra escritura seleccionada fueron escritas hace muchos siglos por Jeremías mientras lloraba y hacía lamentación sobre la situación grave de su pueblo Israel. Ellos habían sido desobedientes a Dios y a sus mandamientos y estaban experimentando la vara de su ira en cuanto a sus acciones. La nación de Israel había sido bendecida especialmente por Dios, y a pesar de esto, no habían prestado atención a su Palabra.

Su estado especial en los arreglos de Dios está confirmado por el Apóstol Pablo cuando escribió, “¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la circuncisión? Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les ha sido confiada la palabra de Dios.” (Rom.3:1, 2) Pablo también explicó que el pueblo de Israel sirvió como figura para ilustrar el plan y propósito final de nuestro amoroso Padre Celestial. “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.” —1 Cor. 10:11

MOVIDOS POR EL ESPÍRITU DE DIOS

En el contexto de nuestra escritura seleccionada (Lam. 3:26), vislumbramos al Espíritu Santo de Dios cuando esto movió al Profeta Jeremías a escribir y confesar la esperanza íntima que llenó su corazón. Recordando las maravillosas misericordias de Dios de las cuales él habló, nunca debemos estar consumidos por las dudas o el miedo tampoco. Debemos estar llenos de esperanza y de la manifestación de la verdadera alegría a medida que esperamos en silencio la sabiduría infinita de nuestro amoroso y eterno Padre Celestial. Dios es una fuente inagotable de misericordia y el Padre de misericordias.

El Apóstol Pablo expresó este pensamiento y escribió, “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación.” —2 Cor. 1:3-5

Así escribió Jeremías, “Esto recapacitaré en mi corazón, por lo tanto esperaré. Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi porción es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré. Bueno es Jehová a los que en él esperan, al alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová. Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud. Que se siente solo y calle, porque es Dios quien se lo impuso; Ponga su boca en el polvo, por si aún hay esperanza.” —Lam. 3:21-29

NUESTRO DÍA EN PROFECÍA

Los estudiantes de la Biblia señalan que las Escrituras indican que vivimos ahora en los últimos días de esta Edad Evangélica. Por lo tanto, las profecías que fueron escritas hace muchos siglos acerca del tiempo en el cual vivimos ahora están cumpliéndose. Uno de los profetas de Dios de la antigüedad era Joel que fue movido por el Espíritu Santo de Dios para profetizar los acontecimientos desde su tiempo hasta los de nuestro día. Estos acontecimientos significativos marcarían los rasgos finales de la presente Edad Evangélica.

De modo que el Profeta Joel escribió, “Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día de Jehová, porque está cercano. Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás, ni después de él lo habrá en años de muchas generaciones. Delante de él consumirá fuego, tras de él abrasará llama; como el huerto del Edén será la tierra delante de él, y detrás de él como desierto asolado; ni tampoco habrá quien de él escape.” —Joel 2:1-3

En esta escritura Joel usa palabras y frases simbólicas para describir los juicios divinos que nuestro Padre Celestial permitiría para quitar el presente orden mundial. Aunque hubiera tentativas nobles de suministrar las necesidades de los pueblos, en muchos casos estos arreglos han estado basados en gran parte en el orgullo y los principios egoístas de hombres caídos. Por lo tanto, deben ser quitados primero para preparar el camino del futuro Rey de la Justicia. “El día de Jehová,” del cual habló el profeta, se refiere al gran día de venganza de Dios sobre las instituciones injustas de los hombres.

El Profeta Daniel también habló de los acontecimientos finales de esta Edad Evangélica. Él dijo, “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.” (Dan. 12:1) Jesús se refirió a la profecía de Daniel y le añadió una dimensión adicional e importante. Él dijo, “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.” —Mat. 24:21-22

SEGURIDAD

Como estudiantes de la Biblia no estamos alarmados por estos acontecimientos proféticos, sino que seguimos esperando al Señor en silencio. Somos estudiantes de la profecía y buscamos el cumplimiento de estos presagios que fueron escritos por Joel, Daniel, y los demás profetas de Dios de la antigüedad. Estas profecías sirven para identificar los acontecimientos caóticos de nuestros tiempos y sirven como pruebas de que nuestro Señor está presente ahora y que su reino será establecido pronto sobre toda la tierra. Así que vemos que el actual orden mundial está desintegrándose para prepararnos para el reino glorioso de Cristo.

Este reino será administrado bajo la autoridad, dirección, y mando del “Cristo.” Esto consistirá de nuestro glorificado Señor Jesús como la Cabeza y los 144,000 miembros de sus seguidores fieles, como el cuerpo típico. Su comisión es de establecer el reino justo que traerá bendiciones finalmente a toda la creación humana.

EL REINO DE CRISTO

Aquí radica el hilo de esperanza y de promesa que ha sido señalado a través del transcurso del tiempo que implica la salvación prometida del Señor por largo rato. El reino prometido de Cristo traerá paz y bendición a toda la humanidad durante su reino de justicia. Creemos que esto se manifestará pronto cuando el presente orden de la gobernación del hombre esté anulado y nuestro bendito Salvador ejerza su gran poder sobre toda la tierra, sus instituciones, y sus pueblos. En aquel entonces a todos los hombres se les dará amplia oportunidad de aprender los caminos de verdad y de obtener la vida eterna en una tierra perfeccionada con su nuevo arreglo divino. Para lograr la vida, la gente debe cifrar su confianza en nuestro amoroso Padre Celestial y obedecer las leyes del reino.

LA CREACIÓN GIMIENTE

Esto se pone de manifiesto por las palabras del apóstol cuando escribió, “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos.” —Rom. 8:19-25

EL AÑO NUEVO

A medida que nos preparamos para el año nuevo entrante, que lo hagamos recordando la amonestación del Profeta Jeremías que escribió, “Bueno es esperar, y aguardar callado la salvación de Jehová.” —Lam. 3:26, Versión Moderna



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba