ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 25 de diciembre

Según la Promesa

Versículo Clave: “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador.”
– Lucas 1:46,47

Escritura Seleccionada:
Lucas 1:26-56;
Gál. 3:6-18

TENEMOS UNA HERMOSA expresión poética de amor y lealtad demostrada aquí a través de la declaración hecha por María. Esto demuestra también que María estaba llena de fe y alegría del Señor, feliz para ser un instrumento en la realización de su maravilloso plan.

Recordamos del relato que el mensajero mayor que reside en las cortes celestiales del Padre Divino, el ángel Gabriel, es el que le visitó. Él llegaría a decirle, “Bendita tú entre las mujeres.” (Lucas 1:28) El hecho de que el Señor honró a María encima de otras mujeres de modo que fue elegida para ser la madre de Jesús según la carne, demostraría su nobleza de carácter y su pureza de corazón.

El nombre Jesús, que es la forma griega de Josué, significa salvador, o libertador – “Porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” (Mat. 1:21) Toda la obra de nuestro Señor Jesús está resumida en el significado del nombre Jesús. Nuestro Señor fue anunciado como el Salvador aun cuando era bebé; pero fue sólo después de que había completado totalmente su sacrificio en el Calvario que tenía el pleno derecho al título, y se hizo el dueño, o el Señor de la raza humana.

Que Jesús fuera capaz de ser el salvador de la raza se indicó en la proclamación a María. “Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo… y será llamado Hijo del Altísimo.” (Lucas 1:31, 32) Esta expresión nos revela que Jesús fue engendrado no por José, sino por el Espíritu Santo; por lo tanto, el principio de vida por el cual Jesús fue concebido vino directamente del Padre Celestial. (Heb. 1:5) Así que la promesa fue realizada en las palabras, “Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor.” (Lucas 2:11) Él nació perfecto – libre de la maldición adámica de pecado y de muerte. Él no conoció ningún pecado, aunque todos los otros hombres son pecadores por naturaleza. (2 Cor. 5:21; Rom. 5:18) A causa de esto, Jesús podría morir en la cruz como un hombre perfecto, cumpliendo el deseo de Dios de que mediante él, “todas las familias de la tierra serán bendecidas.” —Gen. 12:3

Estas “familias” se refieren al mundo de la humanidad bajo la nueva administración del Reino Milenario. Entonces, los reinos de este mundo habrán desparecido y la tierra se habrá hecho el reino de nuestro Señor, la humanidad será recompensada con una oportunidad de volver en armonía con Dios y la obediencia será recompensada con la vida eterna. Los pueblos dirán, “Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová.” —Isa. 2:3; Apoc. 11:15

Toda la obra de Dios es perfecta, así que vemos que al dar a su hijo como el Salvador de la humanidad para rescatarla del pecado y de la muerte, Jesús lo haría posible que todos tuvieran la oportunidad de vivir en paz sobre una tierra restaurada, perfecta para siempre. Esta será la culminación de la promesa hecha a Abrahán, “De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.” (Gál. 3:9) En aquel entonces todos le alabarán y dirán, “A Dios sea la gloria.” —Apoc. 7:12



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba