ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 25 de septiembre

Sabiduría y Discernimiento

Versículo Clave: “Trata tu causa con tu compañero, y no descubras el secreto a otro.”
– Prov. 25:9

Escritura Seleccionada:
Prov. 25:1-28

PARA QUE PODAMOS entender el significado de estas palabras primero debemos darnos cuenta de que la tradición había enseñado por mucho tiempo que los prójimos deben ser amados y los enemigos deben ser aborrecidos. Todo esto cambió durante el primer advenimiento de nuestro Señor. El Gran Maestro dijo que los enemigos deben ser amados y bendecidos, aunque puedan causarnos persecuciones y hasta perjudicarnos. Nuestro Señor Jesús instruyó a aquellos que serían sus seguidores que “amaran a su prójimo.” (Mat. 5:43; 22:39) Este versículo no se refiere simplemente a la gente que mora alrededor de nosotros en nuestra comunidad aunque debemos llevar nuestras vidas en armonía con otros.

Recuerde que se nos dice, “Estad en paz con todos los hombres.” (Rom. 12:18) Un prójimo como se usa aquí es el que está cerca de nosotros y que comparte nuestras simpatías, sentimientos, y nuestra fe. Hemos sido amonestados a vivir de acuerdo con los términos delimitados por el Espíritu Santo mediante las palabras de Jesús y los apóstoles. “Hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” (Gál. 6:10) Entonces, debemos desear hacer esto con todo nuestro corazón, sin límites en palabra o en hecho. Debemos ser amables y considerados de otros en todos los asuntos de la vida. Si hagamos esto diariamente tendremos el espíritu del Maestro en nosotros. No es suficiente que comencemos con hacer una plena consagración, sino que debemos mantenernos fieles, “no os canséis de hacer bien.” —2 Tes. 3:13

Si alguien puede disipar la oscuridad de ignorancia y hacer que la luz entre, seguramente él hará mucho bien. Ningún otro trabajo pudiera ser tan importante que declarar a otros el carácter, el plan y la voluntad de Dios para con nosotros. “Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder… Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.” (Mat. 5:14,16) Por esta causa, o propósito, fuimos designados por nuestro Padre a “predicar el evangelio de paz, y declarar buenas nuevas de cosas buenas.” (Rom. 10:15) Todos con quienes entramos en contacto deben reconocer que somos hijos de Dios, deseando demostrar el amor, la bondad, y una consideración sincera por el bienestar de otros. Al hacer esto, copiaremos el carácter de nuestro Padre Celestial. Esta disposición nos obligará a hacer bien a todos. Esto también implica que no debemos descuidar a aquellos que están en nuestros propios hogares. Daremos, por lo tanto, una palabra amable a aquellos que la necesitan y demostraremos un buen carácter tanto en los pequeños como en los grandes asuntos de la vida.

Sin embargo, aunque debemos “hacer bien a todos los hombres,” debemos pensar sobre todo en aquellos que Dios ha llamado de las tinieblas a su familia admirable. Esto implica todos los que han sido invitados a hacerse miembros de la familia de la fe y tienen la oportunidad de servir al Cuerpo de Cristo en este tiempo. “Además, el cuerpo no es un solo miembro, sino muchos.” (1 Cor. 12:14) Ellos siempre deben ser primeros en nuestros pensamientos y oraciones. Cada servicio ofrecido de buena gana y amorosamente a los santos se ofrece a la gloria de Dios. Por eso, debemos estar listos a poner nuestras propias vidas por los hermanos. “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.” —Juan 15:13.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba