ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 17 de abril

¡Hosanna!

Versículo Clave: “Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces, diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!”
– Marcos 11:9

Escritura Seleccionada:
Marcos 11:1-11

LA LECCIÓN DE HOY presenta el relato de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Esto había sido profetizado por Zacarías. Él declara, “Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” (Zac. 9:9) Recordando esta profecía, Jesús llamó dos de sus discípulos y les envió con instrucciones específicas acerca del pollino que debían traer para esta ocasión. —Marcos 11:1-7

Habiendo conseguido al pollino, Jesús se sentó sobre él y comenzó a entrar en la gran ciudad de Jerusalén. Tal era la costumbre de los grandes reyes de Israel que entrarían en la ciudad de esta manera para recibir su coronación. Como una señal adicional de respeto y honor, el versículo 8 declara que “también muchos tendían sus mantos por el camino, y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino.” Se piensa que cuando el animal pasó sobre estas prendas y ramas, la gente rápidamente las recogió y las devolvió al frente de la procesión, colocándolas otra vez en el suelo y así repitiendo el proceso hasta que se alcanzara su destino final—el templo.

La parte más impresionante de esta procesión por la ciudad al templo era el grito del pueblo como registrado en el Versículo Clave y en el versículo que sigue, en el cual dijeron, “¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!” (Marcos 11:10) La palabra “Hosanna” era una exclamación de adoración y, literalmente traducida, significa “Salve ahora!” Era el deseo del pueblo que Jesús, el que había efectuado tantos milagros, aun resucitando a los muertos, fuera el que restablecería ahora el reino de Israel a la gloria que tenía bajo su padre David. Seguramente, pensaban que, el que tenía el poder de resucitar a los muertos, podría restaurar la grandeza de su nación y levantar el yugo de esclavitud a Roma. Esto era su deseo, y el grito “¡Hosanna!” indicaba que quisieran que se efectuara ahora, no en el futuro.

En el versículo 11 de nuestra lección se nos dice que al entrar en Jerusalén Jesús fue al templo, y luego dejó a la multitud y silenciosamente con sus discípulos salió de la ciudad y se dirigió para Betania. Fue entonces, y a lo largo de los días subsecuentes hasta su muerte, que Jesús pasó mucho tiempo enseñando y explicando a sus discípulos que, aunque él hubiera entrado en la ciudad y hubiera sido proclamado como el siguiente gran rey de Israel, él de hecho no establecería su reino ahora. Más bien, pronto él entregaría su vida a fin de que Adán y toda la raza humana pudieran tener una oportunidad de ser restaurados en el reino venidero, “al debido tiempo.” Esto no sería sólo un reino para Israel, sino incluiría al mundo entero. “Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra.” —Fil. 2:10

Aunque el grito “¡Hosanna!” no fue contestado durante el primer advenimiento de Jesús, Dios no ha olvidado el gemido de la familia humana. Pronto, “vendrá el Deseado de todas las naciones… y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos.” —Hag. 2:7,9



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