ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para 6 de febrero

Jesús es el Mesías

Versículo Clave: “Entonces él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy? Respondiendo Pedro, le dijo: Tú eres el Cristo.”
– Marcos 8:29

Escritura Seleccionada:
Marcos 8:27 – 9:1

CERCA DEL FIN del ministerio de nuestro Señor, Jesús comenzó a preparar a sus discípulos para su crucifixión vergonzosa. “Salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó a sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo? Ellos respondieron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los profetas.” —Marcos 8:27,28

En nuestro Versículo Clave, el Maestro intencionadamente preguntó a los discípulos qué pensaron de él, y Pedro declaró que era el Mesías prometido.

Jesús entonces encomendó a los doce que no debieran revelar esta verdad a nadie, y también comenzó a informarles de su muerte ignominiosa en las manos de sus enemigos — “que le era necesario al Hijo del Hombre padecer mucho, y ser desechado por los ancianos, por los principales sacerdotes y por los escribas, y ser muerto” — así como su resurrección subsecuente después de tres días. —vss. 30,31

Pedro no podía aceptar la idea de que Jesús tendría que sufrir y morir, en vista de los muchos milagros que el Señor había realizado. Además, él era incapaz de entender cómo Jesús, siendo el Mesías, podría bendecir a todas las familias de la tierra, pero ser muerto como un malhechor. En vista de esta contradicción aparente, Pedro comenzó a reprender al Maestro por proclamar su muerte inminente. —vs. 32

“Pero él, volviéndose y mirando a los discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás! porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres!” —vs. 33

Había llegado el tiempo cuando los discípulos, así como otros que habían sido favorablemente impresionados por el ministerio de Jesús, comprendieran la necesidad de negarse a sí mismos y tomar su cruz si fueran a participar en su reino. “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” (vs. 34) El Señor siguió enfatizando que sus seguidores serían probados en cuanto a si estarían más interesados en lograr esperanzas, objetivos y ambiciones terrenales, o en someterse a la voluntad divina al participar en los sufrimientos actuales asociados con el privilegio de proclamar los principios justos de Cristo. Estos principios justos fueron ejemplificados por su buena voluntad de sacrificar la vida sí misma frente la oposición de los impíos de este mundo pecaminoso. —vss. 35-38

El Apóstol Pablo en otra parte exhorta a los creyentes a la fidelidad en sus empeños cristianos. “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.” —Rom. 8:17,18

La necesidad de fidelidad completa a Dios, y la consideración de los logros terrenales actuales como indignos en comparación con la herencia espiritual prometida a aquellos que colocan sus afectos en actividades divinas, sigue inspirando los corazones de los seguidores consagrados de Cristo hasta este mismo día. Mantengamos por siempre nuestros esfuerzos para ser diligentes en seguir al Maestro hasta el mismo fin de nuestra estancia cristiana. “El es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles.” —Apoc. 17:14



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba