ESTUDIOS INTERNACIONALES DE LA BIBLIA

Lección para el 28 de noviembre

Ungido por una mujer en Betania

Versículo Clave: “De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella”
– Mateo 26:13.

Escritura Seleccionada:
Mateo 26:6-13.

CERCA AL FINAL DE SU MINISTERIO TERRENAL, Jesús asistió a la pascua (un festival judío) en Betania, en casa de Simón el leproso. Una mujer, se cree que fue María, la hermana de Marta y Lázaro, se acercó al maestro y derramó un poco de perfume muy caro sobre su cabeza (Mateo 26:6,7).

Sus discípulos, especialmente Judas protestó diciendo que esta acción era un desperdicio, que el perfume podría haberse vendido por una suma considerable y después entregada a los pobres. Sin embargo, como tesorero del grupo, Judas no habló de la preocupación genuina por los necesitados, porque era un ladrón y deseaba el dinero para él (Juan 12:4-6).

“Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra. Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura” – Mateo 26:10-12.

Nuestro Versículo clave demuestra que el Maestro apreció este acto notable de devoción amorosa realizado por María e inmortalizado por declarar que sería contado a través del tiempo para memoria de ella.

En contraste con la apreciación de María del privilegio de la unción del Señor, tomemos en cuenta el espíritu de la traición que impregnó el corazón de Judas. “Entonces uno de los doce, que se llamaba Judas Iscariote, fue a los principales sacerdotes, y les dijo: ¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré? Y ellos le asignaron treinta piezas de plata. Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle” – Mateo 26:14-16.

Una lección importante para los creyentes es evitar algo semejante al espíritu de la traición manifestado por Judas. En cambio, el ejemplo de María en la unción de Jesús es algo que deberíamos tratar de emular.

Aunque nuestro Señor no es en la carne y que literalmente no se le puede ungir con perfume, si nos manifestamos a nuestros hermanos con la fragancia del interés y devoción, mostraremos un espíritu que seguramente será agradable a Cristo y al Padre Celestial.

Cuando observamos las debilidades, pruebas y tentaciones de los hermanos en la fe, recordemos también que nosotros estamos sujetos a los mismos ataques por el mundo, la carne y el adversario. En nuestro deseo de ayudar a otros seamos más que vencedores, una unción recíproca de los unos a los otros implicará un contacto cercano con amorosos pensamientos de frutos.

Hay muchas formas de servicio que cada uno de nosotros puede ofrecer, incluyendo el dar mensajes de consuelo a los demás o visitando a los enfermos y aislados. Debemos darnos cuenta que todos tenemos algo que dar para la edificación del cuerpo. Podemos ser fieles en la contribución a nuestros estudios de la Biblia, orando por los demás y siendo un ejemplo de quien está atravesando por el proceso de transformación. Seamos el ejemplo de un creyente y demostremos la actitud de María. “Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume” – Juan 12:3.



Asociación De los Estudiantes De la Biblia El Alba